Aunque es argentino, Andrés Nocioni figura en el altar de los grandes momentos del baloncesto español. Si hubiera entrado aquel triple suyo en el último segundo de la semifinal del Mundial de Japón, todo habría sido diferente. La generación de oro liderada por Pau Gasol nunca hubiese podido hacer cumbre, ni Pepu Hernández reivindicarse con aquella celebración padaleando cada sílaba de la palabra mágica: ba-lon-ces-to. Pero al margen de eso, Nocioni es uno de esos jugadores tan adorados por los suyos como aborrecidos por los rivales. De alguna manera, él mismo lo reconoció en su carta de despedida de la pasada semana. Dijo adiós como jugó y aún juega, porque le faltan dos meses para colgar las zapatillas: transmitiendo verdad y pasión. Por eso pidió disculpas a todos los que en algún momento tuvieron que soportarle, desde compañeros a entrenadores y árbitros. Incomparable "Chapu".
