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Sergio, Severiano y el destino

Los jugadores del Borussia Dortmund homenajean a Bartra antes del partido ante el Eintracht. R. ORLOWSKI / REUTERS

Es difícil que el golf sea un deporte popular en España. No sólo por el coste económico, sino por la nula visibilidad en los canales de televisión al alcance de la mayoría. Por supuesto que ayuda la aparición de héroes, como en su momento Severiano Ballesteros y, a menor nivel, de Chema Olazábal. Pero de vez en cuando el golf depara historias emocionantes, como la que se consumó en la madrugada del pasado lunes en el campo de Augusta. Porque su protagonista, Sergio García, parecía condenado a completar su carrera como una especie de Poulidor del golf, siempre a punto de ganar un grande y resignado a un segundo plano. Hasta que en el reciente Masters llegó la conjunción astral que todos estaban esperando. Sergio jugó como sabe, pero con una regularidad que no había tenido nunca y la sangre fría tan importante en un deporte de máxima precisión. Gracias a eso, un tercer español pudo ponerse la chaqueta verde que distingue a los campeones en Augusta. Y, como un guiño del destino, todo ocurrió el día en que Ballesteros hubiese cumplido 60 años.

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