Ofreciendo toda una lección de madurez en su juego, de estabilidad en sus emociones, el asturiano Pablo Carreño daba ayer otro paso firme en la progresión constante que está llevando en su carrera. Ganador este año de su primer torneo en arcilla (Estoril), el gijonés se afianzaba ayer en la tierra batida de París al superar en tres sets al búlgaro Grigor Dimitrov (7-5, 6-3 y 6-4) para alcanzar por vez primera la cuarta ronda de un torneo del Grand Slam.

Una victoria muy especial y no sólo por ser la primera que lograba este año ante un jugador con mejor ranking que el suyo (el asturiano es el vigésimo cabeza de serie del torneo parisino, el búlgaro partía como el undécimo) sino por sus connotaciones históricas: sólo un tenista asturiano -Galo Blanco en Roland Garros- había superado antes la primera semana de un torneo del Grand Slam. El ovetense Blanco llegó entonces hasta los cuartos de final de París y el gijonésCarreño Carreñobuscará mañana esos mismos cuartos ante el canadiense Milos Raonic, quinto cabeza de serie y que creció en el circuito profesional precisamente bajo la tutela de Galo Blanco, su primer entrenador.

Carreño se impuso con gran autoridad a Dimitrov, ganador este año en los torneo de Sofía y Brisbane, tras superar un complicadísimo inicio de partido. El asturiano perdió sus dos primeros servicios y el búlgaro se colocó con un 0-4 a su favor tras ganar 18 de los 25 primeros puntos. Lejos de venirse abajo, evidenciando una vez más la madurez y la confianza alcanzada en su juego, el asturiano supo da un paso adelante y el marcador no tardó en dar la vuelta. Cinco juegos consecutivos ponían ya por delante a Carreño (5-4), que se apuntaba el primer set al romper por tercera vez el servicio de su rival. Dos nuevos "breaks", uno en la segunda manga y otro en la tercera, le bastaban para conseguir la que era su victoria número 101 en el circuito profesional, la 26.ª de la presente campaña.

El jugador asturiano nunca ha ganado un set al cañonero canadiense, contra quien ha jugado en tres ocasiones, todas ellas en 2016, dos en pista dura, Pekín (un doble 6-4) y París-Bercy (7-6 y 6-4), y una en la hierba de Wimbledon (7-6, 6-2 y 6-4). Pero ni los resultados previos ni el hecho de que Raonic esté más descansado (el canadiense se clasificó para octavos tras retirada por lesión del albaceteño García López con 6-1 y 1-0 en el marcador) arredran al asturiano: "Me siento cómodo jugando en arcilla y no puedo pensar que superar la cuarta ronda sea imposible. A esta altura del torneo los partidos son difíciles para mí y para mis rivales". Y es que en la cuarta ronda sólo quedan los dieciséis mejores sobre la arcilla de París.