Rafael Nadal, nueve veces campeón en Roland Garros, cumple hoy 31 años y ayer se regalaba la victoria más rotunda de toda su carrera: 6-0, 6-1 y 6-0 ante el georgiano Nikolaz Basilashvili, 63 de la ATP.

Al margen del resultado la victoria tiene un significado muy especial para el balear, que hace exactamente un año comparecía envuelto en lágrimas en rueda de prensa para anunciar que no podía disputar su partido de tercera ronda en París por culpa de una lesión en la muñeca que tampoco le permitiría luego jugar en Wimbledon. Pero aquella lesión está hoy olvidada. Nadal se ha recuperado en lo físico y en lo anímico. Su final en el Open de Australia, sus victorias en Montecarlo, Barcelona y Madrid son el mejor aval. Y en París camina con paso firme hacia su décima corona en esa especie de pirueta circense del más difícil todavía. No es de extrañar que el presidente de la Federación Francesa de Tenis, Bernard Giudicelli, haya propuesto que una estatua del jugador español tenga su lugar de honor en Roland Garros junto a los cuatro históricos mosqueteros del tenis galo: Lacoste, Cochet, Borotrat y Brugnon.

Nadal suma ya 75 victorias en el torneo por excelencia sobre arcilla por dos derrotas: en octavos de 2009 ante Soderling y en cuartos de 2015 ante Djokovic. Mañana buscará la siguiente ante el castellonense Roberto Bautista, que ganó 6-3, 6-4 y 6-3 al checo Vesely.