Lo peor que le puede pasar a un deportista es alcanzar una cita importante y no poder disputarla por una lesión. Y eso fue lo que le pasó ayer a Pablo Carreño, invitado un tanto sorpresa en los cuartos de final de Roland Garros. A priori Rafa Nadal era claro favorito, pero Carreño venía de jugar muy bien y eliminar a Milos Raonic, cabeza de serie número 5, y estaba dispuesto a ponerle las cosas difíciles.

El asturiano salió bien y aparentemente muy tranquilo. La primera bola del partido, con saque de Nadal, fue suya. Desde el primer momento se le vio golpear muy fuerte y no rehuir el peloteo con el mejor jugador de la historia en tierra batida. Nadal acabó ganando su saque, pero no le resultó fácil. A Pablo, sin embargo, no se le vio cómodo con su propio saque. Perdió el primero y Nadal se puso 2-0. Parecía que el partido iba a ser un paseo para el balear, pero Carreño respondió rompiendo a su vez el saque de Nadal para situar el marcador en 2-1.

Carreño lo intentaba e incluso suyos fueron los golpes de mayor calidad que se vieron, en especial un par de dejadas a las que no llegó Nadal. Con 5-2 y saque para Pablo, se produjo la jugada que acabaría siendo determinante para el desenlace del partido. En uno de sus saques, Carreño notó un tirón abdominal y acabó cediendo el juego y el set, 6-2, con dos dobles faltas seguidas.

Nada más acabar el juego, el gijonés se dirigió al juez de silla y solicitó la presencia del fisioterapeuta, que le atendió en la propia pista y luego en los vestuarios. El asturiano volvió a la cancha con un apósito en la zona abdominal. El partido se reanudó, pero Carreño sólo pudo aguantar dos juegos. En el primero Nadal se llevó su saque con facilidad y en el segundo Carreño casi no podía poner la bola en juego. Sus saques apenas superaban los 130 kilómetros por hora, y dejarle pelotas así a Nadal es un suicidio.

Despedida entre aplausos

En una bola elevada del manacorí, Carreño trató de rematar, pero lo que le salió fue un grito de dolor, momento en el que decidió abandonar, cuando el marcador señalaba un 2-0 en contra. Nadal se acercó a preguntarle qué le pasaba y el asturiano le confesó que tenía un fuerte tirón abdominal. Ambos se abrazaron y Carreño emprendió el camino de los vestuarios entre los aplausos del público e incluso del propio Rafa Nadal. El tenista gijonés ponía final de manera triste a un gran torneo del que saldrá como segundo español en el ranking ATP, clasificación en la que escalará hasta el puesto 17.º, el mejor de su carrera hasta el momento.

Por su parte, Rafa Nadal se clasificó para semifinales, en las que se verá con el austriaco Dominic Thiem, que a su vez eliminó al último campeón, Novak Djokovic, por 7-6, 6-3 y 6-0. Con su victoria sobre Carreño, el balear alcanza el centenar de triunfos en tierra batida en partidos de Grand Slam. Thiem fue el último verdugo de Nadal en la tierra batida de Roma hace dos semanas, por lo que la semifinal se presenta apasionante.

Nadal tuvo palabras de reconocimiento para Pablo Carreño: "La retirada de un rival, y más aún si es un amigo, no es la mejor forma de clasificarse". Rafa Nadal alabó al asturiano: "Ha hecho un buen torneo, del que sacará buenas lecciones. Este Roland Garros será importante en su carrera", e incluso destacó que "si sigue así acabará entre los diez mejores".