El premio gordo cayó repartido, aunque la alegría fue por barrios. Felicidad en el bando azul, por volver a jugar un derbi y por el empate en la crecida final. Decepción en los rojiblancos, que no supieron defender la ventaja, el liderato, ni la imbatibilidad. Sporting y Oviedo retomaron su rivalidad añeja donde la habían dejado. La semana que empieza será tranquila y llevadera, sin sometidos ni vencidos, por más que el empate se haya celebrado en el rincón visitante como una victoria. Quizá el triunfo esté precisamente en el reencuentro. Para el Sporting, que se creyó vencedor durante buena parte del choque, el empate deja el regusto amargo de las ocasiones perdidas, de lo que pudo haber pasado y no sucedió. El empate final le hace justicia al partido. Sporting y Oviedo se repartieron los puntos, las ocasiones y el dominio, con un tiempo inclinado claramente de cada lado.

Ambiente en el Molinón minutos antes del derbi

Ambiente en el Molinón minutos antes del derbi

El derbi asturiano no se lo quiso perder nadie. Ni la lluvia, que arreció con fuerza en el inicio y al final del choque para dar carácter norteño al partido y desafiar al césped recién plantado de El Molinón. Ni el sol que lució orgulloso después de que Carmona adelantase a los rojiblancos en un cabezazo de llegador y pareció iluminar luego al Oviedo en su crecida de la segunda mitad.

Queda igualado también el esperado duelo de los banquillos. Herrera superó a Anquela en el planteamiento inicial, pero el técnico jienense interpretó mejor los cambios y mejoró a su equipo, mientras que el entrenador catalán no supo conseguir que el Sporting se sacudiera el dominio al que se veía sometido en el segundo tiempo.

Fue un derbi de libro. Con más emoción que fútbol, con la tensión desbordada y con los nervios consumiendo a los menos templados, a uno y otro lado de las límites del campo. No hubo grandes sorpresas. Los protagonistas fueron los esperados. Carmona en el bando local y Toché en el visitante.

Dominó el Sporting en el primer tiempo, guiado por el buen pie de Carmona y Moi Gómez. El gol del balear llegó en el momento justo para el Sporting, le asentó sus nervios y destempló a un Oviedo que había llegado sobreexcitado al encuentro. Es impresionante la influencia de Carmona en el juego del equipo. El Oviedo, por su parte, creció tras el descanso, a medida que cobró protagonismo David Rocha y llegaron más balones a la zona de influencia de Toché y Saúl Berjón. Atizó la remontada Anquela con un mensaje valiente y quizá desesperado desde el banquillo. Cuando ya parecía que el Sporting resistiría llego el empate.

Paco Herrera, que había amagado con introducir a Calavera como doble puñal por la derecha, se mantuvo fiel al equipo que había goleado al Nàstic. Como si quisiera aprovechar la inercia que le había traído hasta aquí con viento a favor.

Anquela sorprendió con el doble lateral en la banda izquierda. Mossa creó poco peligro como interior. Más inquieto estuvo Yeboah, otra novedad, por la derecha, aunque rara vez escapó del radar de Canella. El Oviedo reforzó también el centro del campo con el doble pivote Folch-Rocha, que fue más destructivo que creativo.

El Sporting golpeó primero y lo hizo con fiereza. El equipo rojiblanco no es amigo de los preliminares. Tras un primer susto leve en cada portería, el Sporting montó una contra que acabó con un pase imposible para Santos, pero Cotugno lo agarró innecesariamente. Carmona ejecutó con malicia el libre directo, duro y al bote. Juan Carlos rechazó como pudo, pero dejó una pelota viva. La especialidad de Rubén García. El extremo amagó y metió un buen centro para la llegada de Carmona que se coló como un obús entre los centrales y cabeceó a la red.

El Molinón celebra el gol de Carmona para el Sporting

El Molinón celebra el gol de Carmona para el Sporting

El Oviedo dobló la rodilla y el Sporting quiso sentenciar. Pudo hacerlo Rubén García tras recibir un cambio de juego, rompió a Christian y sacó una rosca venenosa que desvió Juan Carlos. La gran ocasión del Oviedo en el primer tiempo salió también de los pies de Rubén García. Una pérdida suya en el centro del campo, propició una transición eléctrica que resolvió Toché con un zurdazo abajo. Mariño se lució con una gran parada y Barba desvió el remate posterior de Saúl Berjón en la segunda convocatoria.

Al descanso, la sensación era de comodidad para el Sporting, mientras que el Oviedo parecía fiarlo todo al instinto cazador de Toché y Saúl Berjón, sus dos futbolistas de más jerarquía, a los que les faltó abastecimiento, más allá de pelotazos largos que hicieron feliz a Barba y comprometieron a Álex Pérez.

Incomprensiblemente, el Sporting dio un paso atrás en la segunda mitad. Al principio, fue más una sensación que peligro real. El Oviedo apretaba, pero Santos fue quien tuvo las mejores ocasiones, dos salieron rozando el palo y en la más clara Cotugno le rebañó el balón, Por el medio, Mariño volvió a parecer inexpugnable al rechazar un cabezazo a quemarropa de Carlos Hernández en el primer córner botado por el guante de Aaron Ñíguez.

La presión aumentó en la fase final del encuentro, en la que el Oviedo ya se fue con decisión a por un empate que se veía venir. El enésimo choque de Verdés con Mariño, dejó mermado al portero y hasta pareció que podía ser sustituido. Quedaban pocos minutos y Herrera decidió aguantar. El empate llegó de forma cruel. Carmona, el mejor del Sporting, rechazó un balón que le cayó a Cotugno con una autopista por delante. El lateral resolvió con un tiro cruzado y raso. Mariño rechazó como pudo hacia la posición de Toché, que llevaba esperando todo el partido una ocasión así. El delantero buscó la rendija y coló el balón.

Quedaban aún casi diez minutos (con el añadido), pero después de los cambios de Herrera, estaba claro que el Sporting no iba a responder al golpe. El único argumento rojiblanco fue encomendarse a las acciones de estrategia, que tan buen resultado le están dando esta temporada, pero ni por esas. Al Oviedo, el empate le pareció un magnífico resultado, y se olvidó ya de Mariño.

El derbi deja las cosas como estaban. El Sporting se mantiene invicto, aunque cede el liderato, pero sigue debiéndole una gran alegría a su afición. El empate abre dudas, pero no debe dejar secuelas. Para el Oviedo, la sensación de haber rescatado un punto en un partido que parecía perdido vale por una victoria. Los azules deben aferrarse a su segundo tiempo como una plataforma desde la que crecer. Lo demás, se lo reparten como buenos hermanos.