Tras demasiados días de rivalidad virtual en las redes, llegó la hora de la verdad y, con ella, lo tangible por los cinco sentidos: el olor irrespirable a bengala de los hinchas rojiblancos recibiendo a su equipo, el sonido de los petardos, las peinetas de una y otra parte o las nalgas exhibidas por seguidores carbayones desde sus autobuses al llegar a El Molinón tras ser recibidos de forma hostil.

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Llegada de los aficionados del Oviedo a El Molinón para presenciar el derbi

Llegada del Sporting al Molinón para el derbi

Llegada del Sporting al Molinón para el derbi

Y en la realidad de los cinco sentidos, el derbi fue un derbi, casi calcado a aquellos últimos que se vivieron hace casi tres lustros. Y un derbi del norte, impregnado del aroma a hierba mojada y alternando lluvia intensa con claros. Como fue alternando la alegría de barrio, algo tan viejo como el derbi asturiano porque el "paletos no se os oye" sonaba más de un lado o de otro según fue cambiando el marcador.

Pero si hay un "hit" que hizo temblar El Molinón fue la versión de mofa del "Volveremos", canción de la hinchada carbayona para alentar su resurgir desde abajo. Fue, sin duda, el cántico -en el que desean la vuelta a Tercera del Oviedo- que unió a más gargantas al unísono. A más gargantas rojiblancas, para ser preciso, porque sí hubo otra canción que sumó más voces: el "Asturias patria querida".

Se le ocurrió al speaker poner el himno regional antes del partido y hubo un atisbo de hermandad: oviedistas y sportinguistas unieron sus corazones para entonarlo. Fue algo fugaz pero emocionante. Eso sí, causó un punto de extrañeza entre las dos hinchadas. Tanto que a su término hubo un instante de calma, en el que ninguna de las dos facciones se atrevía a reabrir unas hostilidades que, por supuesto, volvieron.

Impacto causó el gran tifo desplegado por Ultra Boys en el Fondo Sur, momento en el que los muchos seguidores de "Juego de tronos" tuvieron que explicarle a los legos en la materia su significado. Optaron por parafrasear la amenaza que en la serie lanzan los caminantes blancos: "Somos vuestro invierno". En una gran tela, un caminante blanco con el escudo del Sporting junto al Fondo Norte de El Molinón y con el Piles teñido de rojo. Por cierto, en el descanso sonó la banda sonora de "Juego de tronos" por megafonía ¿Casualidad?

También volvieron las diferentes formas de vivir el derbi. Ya sea entre amigos o en familia. Desde El Entrego llegó César Falcón, abuelo orgulloso de presentarse como el mayor de tres generaciones de sportinguistas. Junto a él, su hija Jessica y sus nietas Candela y Martina. "Venimos con mucho entusiasmo y con ganas de que sigamos teniendo derbis, pero en Primera", señalaba César Falcón, ya experimentado en duelos de alta tensión. "Nervios nada, ya tengo varios a mis espaldas", afirmaba.

Distinta sensación manifestaba -o quizás tenía un punto más de sinceridad- otro hincha rojiblanco. "Estoy nervioso, pero vamos a ganar 3-0", contaba Manuel Ríos. David Huergo, que a su corta edad no había vivido ningún derbi, lo vivió por primera vez. "Me han contado que es bastante divertido y muy emocionante", señalaba antes del encuentro.

Desde Avilés llegaron la familia Fernández Vergel y los Casado. "Se puede venir a disfrutar un derbi en familia sin problema, sabiendo uno donde ir, claro está", aseguraban antes de radiografiar la situación de las hinchadas en su ciudad. "En Avilés manda el Sporting, aunque empiezan a salir ahora oviedistas como setas", bromeaban.

"Creo que somos favoritos pero está complicado", expresaba antes del derbi el sportinguista Daniel Lago. "Estoy emocionado, hace muchos años que no se vivía algo así y para Asturias y para la ciudad está muy bien", añadía. También veía al Sporting "favorito" Luis Miguel Intrialgo, langreano acérrimo del Sporting. "Tengo ganas del partido, pero sobre todo de ganar", afirmaba.

Pero un derbi es un derbi. Y en un encuentro así la condición de favorito es relativa y el empate, un escenario más que probable. Así sucedió. Y, al igual que la alegría en los cánticos fue por barrios, también las sensaciones al final del partido. Las tablas no dejaron la misma huella en las dos hinchadas: caras de decepción en la rojiblanca y éxtasis en la carbayona. Vamos, que el derbi -el de verdad, el del estadio y la calle, que no el virtual- volvió tal y como se había ido. O, al menos, muy parecido.