Un golazo de Antoine Griezmann, con un remate formidable de media chilena, sostuvo la fe del Atlético de Madrid en la Liga de Campeones con un triunfo esencial contra el Roma, completado por Kevin Gameiro (2-0), para seguir vivo en la pelea por los octavos, pero todavía sin depender de sí mismo.

Aún necesita una combinación de resultados, que pasan por su victoria en la última jornada frente al Chelsea en Stamford Bridge y al menos un empate del Qarabag en el estadio Olímpico de Roma, para avanzar a la siguiente ronda del máximo torneo europeo.Difícil, pero no imposible. Mientras tanto, ya ha asegurado la Liga Europa.

Una última ocasión para la ambición del Atlético, que ayer ni esperó ni dudó cuál era el camino. Después de tres empates y una derrota en cuatro jornadas, al borde de la eliminación, sólo valía la victoria. No había términos medios, menos aún con lo que había sucedido unas horas antes en Baku: el 0-4 del Chelsea al Qarabag.

Jugó con esa vocación el conjunto rojiblanco, aún con sus déficit de precisión, aún con su inseguridad en determinados momentos, aún sin el desborde que ha demostrado muchas veces, pero sí con presión, con intensidad, con despliegue físico, con inconformismo y con verticalidad, dispuesto a mantener la esperanza en seguir adelante en la Liga de Campeones y meterse en octavos.