Una ocurrencia de Steve Kerr, el entrenador de los campeonísimos Golden State Warriors en la NBA, ha abierto un debate muy interesante sobre la autoridad y el reparto de responsabilidades en los deportes de equipo. En un tiempo muerto, Kerr decidió que sus jugadores planificaran las siguientes jugadas, mientras él y sus ayudantes ejercían de oyentes. Hubo fuertes críticas y alguna acusación de falta de respeto hacia el rival, los Phoenix Suns, pero Kerr dio una explicación convincente: "Están cansados de oírme. Era una buena ocasión para sacarnos un conejo de la chistera y hacer algo diferente. El equipo es de los jugadores y tienen que hacerse cargo de él". No es extraño en el baloncesto y en el balonmano ver a los jugadores opinar y, a veces, llevar la contraria al entrenador. Otra cosa es el fútbol, donde aún impera el ordeno y mando. Aunque de vez en cuando nos regala alguna escena, como la de Anquela en el banquillo, en pleno derbi, escuchando las opiniones del guardameta Juan Carlos, con su brazo apoyado en el hombro del entrenador jienense, como si fueran dos colegas comentando la jugada.