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Fútbol | Partidos con historia | Santiago Bernabéu, 7 de enero de 1995

Laudrup siempre gana

El danés, culé en el 5-0 del Barça al Madrid en 1994, es el cerebro blanco en la venganza un año después en el Bernabéu

Laudrup avanza con la pelota ante Guardiola en el partido disputado en el Bernabéu.

Los Reyes Magos llegaron en 1995 al Santiago Bernabeu con un día de retraso, pero la espera mereció la pena. Sus Majestades dejaron un cargamento de goles a los blancos y ante el máximo rival. Mejor regalo, imposible, porque la goleada venía a reparar además la cuenta pendiente que tenían los madridistas con el Barcelona después de que justo un año antes, el 8 de enero de 1994, hubiesen sido los azulgranas los que ganaron por 5-0 a un equipo entonces dirigido por Benito Floro, que vagaba por el campo como alma en pena.

Al Madrid todo le iba de maravilla en la nueva temporada. Con Jorge Valdano como inquilino del banquillo los blancos habían recuperado alegría y frescura. Los modos y maneras del argentino estaban muy lejos del mecanicismo que caracterizaba a Floro, un técnico que nunca había calado en el vestuario madridista. Valdano, sin embargo, sabía cómo llegar al jugador, al menos en los primeros tiempos de su andadura técnica, aparte de que conocía muy bien al club, en el que se retiró como jugador, prematuramente por cierto, debido a una hepatitis.

El Madrid era un líder convincente cuando se había cumplido prácticamente la mitad del campeonato. Quedaba refrendarlo ante el gran enemigo a batir. El Barcelona había sido el campeón de las últimas cuatro temporadas, tres de ellas ganando el título en la jornada final, cuando no dependía de él, y en dos de esas ocasiones habiendo perdido el Madrid ante el Tenerife en Santa Cruz con Valdano como entrenador del equipo canario.

Valdano no había venido solo del Tenerife. Se había traído a su compatriota Redondo, pero al menos en esta primera temporada la contribución del centrocampista argentino estuvo lejos de ser muy notable al perderse muchos partidos a causa de una lesión. No era el único fichaje. También llegaron jugadores como Quique Sánchez Flores, Amavisca y sobre todo Laudrup, aparte de Raúl, que empezó la temporada en el segundo equipo, pero al que Valdano pronto subió al primero. El Madrid se había hecho con rivales que le habían causado mucho daño. Valdano, como entrenador, y Laudrup, como futbolista.

El danés fue de alguna manera un predecesor cercano en el tiempo a Figo, al dar el salto del Barcelona al Madrid en plena forma, aun con la importante diferencia de que Laudrup acababa contrato y no quiso renovar, mientras el portugués se fue tras abonar la cláusula de rescisión. El técnico que lo trajo al Barcelona y que le ayudó a hacerse grande, después de su paso por el fútbol italiano, a donde se dirigió muy pronto en su carrera, fue el mismo que provocó su marcha. Laudrup acabó harto de Cruyff, de lo que consideraba su inhumana exigencia y de que siempre cargase contra él si su rendimiento no era como el entrenador quería. Pero es que Cruyff sabía muy bien de qué iba su actitud con el danés porque se veía reflejado en él en sus tiempos de jugador, cuando no dio todo lo que se esperaba de él a medida que avanzaba su trayectoria. Sólo que el holandés se pasó de frenada en este caso y acabó poniendo en bandeja al máximo rival a uno de sus jugadores más importantes, entre otras razones porque, con un carácter totalmente diferente al de Johan, no se plantó ante el técnico, como sí lo hizo Cruyff con el alemán Hennes Weisweiler en el Barcelona en 1976 y optó por marcharse sin más.

Tras la salida del Barcelona, Laudrup ganó totalmente el pulso a Cruyff en su primer enfrentamiento. Si destacado fue su papel en el 5-0 de 1994, aunque sólo jugase medio partido, más aún lo fue en el de un año después, cuando en plan cerebro del equipo machacó una y otra vez con sus pases, regates y fintas a un enemigo descompuesto. En una acción de Laudrup comenzó el Madrid a poner tierra por medio en el marcador, y cuando sólo se llevaban cinco minutos. Y es que hay jugadores que siempre ganan, si no por sus triunfos, por su innegable categoría técnica, como le pasaba también al nórdico. Después, el Barcelona fue un juguete en manos de un Madrid en el que Zamorano hizo lo que Romario un año antes. Marcar tres goles. Sin la clase del brasileño, todo un artista, es cierto, pero el chileno demostró que los equipos también necesitan trabajadores cualificados.

Aquel día el Madrid certificó que había cambio de ciclo, asimismo a nivel doméstico, después de que unos meses antes el Milán de Capello hubiese hecho trizas al Barcelona en la final de la Copa de Europa (4-0). Cruyff optó por renovar fuertemente al equipo pero esta vez le falló su ojo clínico, el mismo que había traído a Ronald Koeman, Stoichkov y Romario, además de Laudrup. Esta vez aparecieron por el Camp Nou jugadores como Hagi, Eskurza, Busquets, Korneiev, Sánchez Jara o Escaich en lo que iba camino de convertirse en un penoso final de época, como así ocurrió.

El Madrid que había cerrado 1994 con una victoria en Zorrilla ante el Valladolid por 0-5 empezó el nuevo año con el mismo resultado favorable, sólo que ante el Barcelona, y aumentaba su ventaja a cinco puntos. Al final, fueron nueve los puntos que separaron a ambos equipos, en un tiempo en el que se sumaban dos por victoria. El Madrid ganó su primer título en cinco años y el Barcelona acabó cuarto, como lo había hecho el Madrid un año antes.

No fue el único paralelismo entre aquellos dos 5-0. Aparte de que hubiese un trigoleador, también marcó un asturiano, Luis Enrique esta vez, que celebró el gol a fondo, Iván Iglesias entonces, y si en 1994 había sido el asturiano perdedor el posteriormente entrenador del Barcelona ahora le tocó el turno a Abelardo, recién incorporado a los barcelonistas, tan desbordado como el resto de compañeros por un Madrid que iba a otra velocidad. Y a Romario le sucedió Zamorano como máximo goleador de la Liga. Romario, por cierto, jugó por última vez con el Barcelona en este partido. En el mercado de invierno se volvió a su país.

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