Si había dos jugadores especialmente felices con el ascenso del Madalena Morcín a Tercera División, esos eran Pablo Díaz y David Alvarez, "Kily", dos exjugadores del Real Oviedo, entre otros equipos, y los dos únicos integrantes de la plantilla naturales de Morcín. Ambos con experiencia en categorías superiores y que firmaron por el equipo del pueblo para echar una mano.

El primero en hacerlo fue Pablo Díaz, que cumple ya su tercera temporada. "Estoy muy contento por estar en el equipo de mi pueblo, esto es lo máximo", reconoce. El centrocampista admite que "ha sido una temporada de diez, aunque el objetivo inicial era la permanencia". Sin embargo, los morciniegos sumaron once triunfos consecutivos tras el parón navideño y la ilusión comenzó a crecer. "Nos volcamos con la frase 'jornada a jornada' y, aunque tuvimos algún momento malo, logramos nuestro objetivo", apunta.

Hace cuatro jornadas llegó Kily (nacido en Avilés, aunque su familia materna es morciniega). El lateral vino para ayudar tras las bajas de algunos compañeros, aunque como él mismo reconoce se apuntó "a caballo ganador, porque cuando recalé, la distancia con los perseguidores era alta".

Todo el pueblo se volcó con el equipo en la recta final. "Vi muchas caras conocidas en el campo anteayer", reconoce Kily. Familia, amigos, jugadores de otros clubes...". Nadie se quiso perder la gesta de un Madalena que, con once años de historia, logra por primera vez el ascenso a Tercera. Desde el vestuario un mensaje se extendió a medida que pasaban las jornadas. "Es ahora o nunca", comenta Pablo Díaz. El futbolista admite que al Madalena se le presentó "una oportunidad histórica y teníamos la presión de cerrarlo cuanto antes". Y lo hicieron con un triunfo frente al Rayo Carbayín.

Pablo Díaz vivió muchos ascensos, pero sin duda, el logrado anteayer es el más "especial de todos, primero, por ser algo inesperado al principio de la temporada y después, por lograrlo con el equipo de mi casa, con familia y amigos de toda la vida". El jugador ya piensa en la próxima campaña, con equipos de referencia del fútbol asturiano como el Caudal o el Lealtad visitando el modesto campo de Santa Eulalia.

El caso de Kily es diferente. Nunca en su carrera había logrado un ascenso. Anteayer tachó esa tarea de su lista de hitos pendientes. "Mira que jugué promociones, pero a mis 34 años nunca había conseguido subir; es muy bonito hacerlo con el conjunto de tu pueblo", reconoce.

Respecto al futuro, existen ideas diferentes. Pablo Díaz, que contaba con retirarse al término de esta temporada a sus 36 años, prolongará su estancia en el club un año más. "Me apetece jugar una temporada en Tercera con el equipo de mi pueblo antes de dejarlo, nos va a tocar sufrir mucho", reconoce. Por su parte, Kily tiene más dudas. "Es complicado compaginarlo con mi trabajo", apunta. Aunque la posibilidad de jugar en Tercera con el equipo de su pueblo le hará dar más de una vuelta a la almohada.