Por una de esas carambolas que a veces marcan el destino de los deportistas, en apenas tres días Jorge Lorenzo pasó de verse la próxima temporada en un equipo satélite de Yamaha a formar con Marc Márquez lo que él mismo define como el "Dream Team" de MotoGP. Los dirigentes de Ducati perdieron la paciencia con el balear justo antes de su primera victoria con la montura italiana. Y lo que el domingo parecía un paso atrás en la carrera de Lorenzo, el miércoles pasó a convertirse en un trampolín para volver a la senda de los triunfos. Y todo gracias al final de ciclo de Dani Pedrosa en Honda, la potente marca japonesa que ahora podrá presumir de contar con dos supercampeones mundiales en sus filas: tres títulos de la máxima categoría para Lorenzo y cuatro -camino del quinto- para Márquez. Las perspectivas para el motociclismo español son inmejorables porque, además de su indiscutible calidad, los dos han mostrado su predisposición para colaborar en hacer una moto invencible, algo difícil en un mundo tan proclive a los egos. Así que la edad de oro de España en MotoGP cuenta con un nuevo aliciente.
