Manu Fernández (Gijón, 1986) pasó por las categorías inferiores del Sporting hasta debutar con Manuel Preciado en el primer equipo. Tras pasar por Coruña, Huelva, Alcorcón y Vitoria decidió buscar fortuna en Irán.
- ¿Cómo recaló en el Machine Sazi?
-Fue una idea del agente que tenía en aquella época. Contactamos con Nekouman, exjugador de Osasuna, y le pedimos opinión. Hablamos con el club, pactamos unas condiciones de contrato y decidí probar suerte.
- ¿Sabía donde iba?
-Creía que sí. Iba a una ciudad en el norte de Irán llamada Tabriz, cerca de la frontera con Azerbaiyán pero nada fue como pensábamos. La casa no era la que me habían prometido, el contrato se incumplía, fueron momentos muy complicados. Los contratos son casi de palabra y te tienes que fiar de la buena fe de los directivos.
- Y el club, ¿tampoco era lo que esperaba?
-Los clubes iraníes son muy distintos a los europeos. Quitando a los de la capital, Teherán, el resto no están al nivel ni de las categorías regionales europeas. No teníamos duchas en los campos de entrenamiento, tampoco utilleros, lavaba la ropa de entrenar en mi casa, pantalones, medias, ropa interior... Todo y todos los días.
- Al menos los estadios serían cómodos...
-A medias. Son grandes, con mucha capacidad. Algunos de Teherán donde juega el equipo más importante del país, el Persépolis, se llena con 90.000 espectadores y está bien cuidado, el resto no. Nuestro campo no era más que un prado de hierba, muy duro, sin ningún tipo de conservación. Eso sí, la afición al fútbol es inmensa, la gente sigue los partidos, los programas de televisión y hay mucho ambiente, pero siempre vigilado por el gobierno.
- Las mujeres no pueden ir a los estadios ¿cómo vive eso un deportista?
-Es extraño, incluso alguna se disfraza para poder entrar. Son una sociedad extremadamente machista. Hay mucho control por parte de la policía de lo moral que se encarga de que todo se haga acorde a lo que dicta el gobierno central.
- ¿Tan chocante es para un europeo?
-Muchísimo, había días en los que se sacrificaba un carnero y lo desollaban, luego seguía entrenando como si nada. Yo tuve un problema un día por hablar con una familia iraní que había estado en España. Y todo porque hablé con una de las mujeres y en Irán está muy mal visto que un hombre hable con una mujer sin tener ningún tipo de vínculo.
- Entonces la vida de los futbolistas no será fácil.
-Es muy difícil, una experiencia muy complicada. Primero porque la adaptación es casi imposible por culpa de la censura y las leyes tan estrictas. La alimentación es muy mala para el futbolista profesional. Muchos de mis compañeros no se cuidaban, bebían cerveza, sin alcohol lógicamente porque el alcohol está prohibido. Si tienes algún problema el club no te ayuda para nada, incluso en el tema del dinero, si pueden van a intentar no pagarte.
- Deportivamente ¿cómo es el futbol iraní?
-Técnicamente no son malos futbolistas, tienen calidad, son buenos con el balón, pero tácticamente son muy anárquicos, no tienen ningún tipo de rigor. Allí el entrenador es el que manda en todo, incluso por encima de los médicos. Nosotros cambiamos de entrenador y el que vino trajo a seis o siete jugadores nuevos. Cualquier futbolista iraní que destaca lo primero que va a intentar hacer es irse a jugar a Catar o Arabia Saudí.
- Imagino que no recomendará a nadie ir a jugar a Irán.
-Solo aconsejaría ir a jugar a un equipo de Teherán, pero tendría en cuenta la soledad y la poca ayuda que vas a recibir por parte del club. Yo tuve una muy mala experiencia el día que mi padre enfermó. Le pedí al club ayuda para arreglar mi visado, pero no lo hicieron. Tenían miedo de que no fuera a volver. Mi padre murió y yo no estaba a su lado aquel día. La saturación fue tremenda yo solo le decía a mi agente "sácame de aquí".
- ¿Cómo cree que podrían mejorar?
-Deberían salir a Europa pero la censura es muy fuerte y afecta al desarrollo de los clubes de fútbol.
