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Una semana de pasada

La FIFA debe entrar en el siglo XXI

Silva y Diego Costa, rodeados de jugadores iraníes. JOHN SIBLEY / REUTERS

Como cualquier acontecimiento multitudinario, el Mundial de Rusia está dejando ejemplos buenos, no tan buenos y algunos ciertamente penosos, al margen de lo que ocurre sobre el césped. Entre lo más positivo, la reivindicación con pancartas en los estadios para que las mujeres puedan asistir a partidos de fútbol masculinos en Irán. La FIFA, tan insensible otras veces ante este tipo de asuntos, parece haber comprendido que no se puede prohibir, tachándola de política, una campaña que se encuadra dentro de los más elementales derechos humanos. Gianni Infantino, como presidente de un organismo con más países afiliados que la ONU, debería hacer comprender a los dirigentes iraníes que en pleno siglo XXI no son admisibles medidas tan retrógradas. Y si no lo entienden, la FIFA tiene resortes para conseguir que recapaciten, como demostró tantas veces el bien postergado Joseph Blatter con la Federación Española, aleccionado por Ángel María Villar sin más interés que seguir defendiendo el cortijo.

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