María Rodríguez Naves es desde el pasado 4 de julio la primera mujer asturiana en ser entrenadora profesional de porteros. Así lo asegura esta ovetense de 31 años que lleva toda la vida bajo palos, primero como portera en el Oviedo Femenino (nueve años) y en el Atlético de Madrid y luego como entrenadora en el club ovetense, donde es toda una institución. Para María, ser portera es una pasión y, desde esta semana, ya tiene el título nacional que le acredita como entrenadora profesional. Lo quiere, dice, para enseñar lo que le enseñaron a ella. "Siempre quiero formarme y enseñar a las niñas mis conocimientos y mi experiencia", señala María, que en su día jugó con la selección española sub-19 e incluso llegó a debutar con la absoluta.

Su pasión por el fútbol viene desde pequeñita, aunque nadie de su familia jugaba al fútbol. Comenzó su carrera con 8 años en el fútbol sala y, ya con 11, dio el salto al Oviedo Moderno (hoy Real Oviedo Femenino), donde disputó nueve temporadas repartidas en dos etapas. "Es el club más potente de la ciudad y el que tiene más años en primera y segunda", asegura sobre la entidad en la que trabaja y en la que mayoritariamente se ha formado como la deportista que es: una referencia para las que, como ellas, aspiran a jugar de porteras un puesto que, asegura, ha evolucionado y ya no está tan mal mirado.

María cuenta que eligió la portería porque siempre le gustó ser antes la encargada de detener los goles que de marcarlos. Después de consagrarse en el club ovetense, un equipo que cada vez tiene más aficionados en la capital del Principado, dio el salto al Atlético de Madrid, uno de los grandes conjuntos del fútbol nacional, campeón esta misma temporada de la Liga de fútbol femenino. Su cambio al rojiblanco fue en el año 2006, cuando ella tenía 19. "Aquella experiencia me sirvió mucho para crecer tanto a nivel personal como a nivel futbolístico", recuerda. Fue solo una temporada, porque transcurrido un año María regresó a Oviedo para volver a su club de siempre.

La trayectoria de María continuó en el Oviedo hasta el año 2015, cuando decidió colgar los guantes y matar el gusanillo siendo entrenadora. "Dejé de jugar porque estaba agotada físicamente tras muchos años en la élite y necesitaba descansar", comenta. Entonces pasó a ver el fútbol desde otra óptica. Como entrenadora lleva varios años en las categorías inferiores del Oviedo Femenino y, desde hace dos, se ocupa también de formar y mejorar la portería del primer equipo. El título profesional que ya está en su poder, y que se sacó a la vez que el exmeta del Oviedo Esteban, una de las grandes referencias de los porteros de la región, viene explicar esa pasión de María por enseñar y formar a nuevas guardametas. No lo hace, dice, por dinero, porque asegura que vivir del fútbol femenino es hoy casi imposible. Ella tiene su trabajo. Pero nunca dejará de ser portera. Ni de enseñar a serlo. Es lo que le gusta.