Milín Llamedo ya empezaba a ver el Sella como algo imposible, la frustración de alguien que vive el Descenso como propio. Pedro Vázquez ni siquiera se planteaba subirse a la piragua el sábado, enfrascado como está en otras batallas deportivas. El lunes, incluso, le había dicho a su primer entrenador, Alberto Gutiérrez Cuadriello, que contase con él para echarle una mano. Por eso, cuando cruzaron el puente de Ribadesella sintieron tanta alegría como incredulidad. Fue una sorpresa para muchos y un orgullo para Cuadriello, que guió los primeros pasos de la segunda pareja parraguesa que llegó a lo más alto del Sella. Fue el éxito de la calidad y, también, de la improvisación.

Emilio Llamedo Álvarez (Arriondas, 29 de mayo de 1988) nació en un ambiente piragüístico, cuatro años después de que su padre, Emilio, y su tío Maximo Llamedo Blanco, ganasen el Descenso. Adolfo René Cuenco guió sus primeros pasos y con diez años se puso en manos de Gutiérrez Cuadriello. "Siempre fue muy hábil y desde el primer momento estuvo entre los mejores de Asturias", señala el entrenador, ahora presidente de Los Rápidos.

Milín tenía tan buenas condiciones que destacaba incluso en deportes que no practicaba habitualmente, como el atletismo y el ciclismo. Pero también tenía claro que quería triunfar en la piragua. Una certeza que se reforzó cuando, con 16 años, acompañó a Cuadriello a los Juegos Olímpicos de Atenas. Allí disfrutó con la elite del deporte y con su ídolo de infancia, Javier Hernanz.

Desde aquel verano de 2004, Milín hizo todo lo posible para ser olímpico, pero siempre se quedó en la orilla, entre otras cosas porque coincidió con una generación de oro del piragüismo español. Y porque, como destaca su entrenador, las distancias olímpicas se han ido reduciendo a los 500 y 200 metros, cuando él expresa todo su potencial en los mil. O, más bien, en las largas distancias.

Hasta el sábado, el Sella también era una frustración para Milín Llamedo. Lo había intentado con varias parejas en K-2 y también una vez en K-1, en la que le pasó de todo. Parecía que su momento había pasado, entre otras cosas porque lleva años compatibilizando el piragüismo con el trabajo: primero en Decathlon, después en una tienda de deportes en Villaviciosa y ahora en la fábrica láctea La Fuente, antigua Arias, en Arriondas, a turnos.

Milín encontró en Pedro Vázquez Llenín (Granda, Parres, 6 agosto de 1996) el complemento perfecto para cumplir uno de sus sueños deportivos. Descartada, por la nueva reglamentación, la K-2 con el argentino Fran Balboa, Milín improvisó un barco con un chaval que también se moldeó en la "factoría Cuadriello". Sin referentes piragüisticos en la familia, Pedro llegó a Los Sirios con diez años de la mano de su madre. "Me pidió que lo enseñáramos a remar. Es todo lo contrario que Milín: un producto del entrenamiento, de la insistencia. Era pequeño, regordete. Al principio le ganaban hasta sus compañeros de club, y no le importaba".

Hasta que, en el paso de infantil a cadete, surgió otro Pedro Vázquez: "Cambió la mentalidad, pasó a entrenar muy duro. Quería ser de los mejores de España. También creció físicamente, afinó el cuerpo". Tanto progresó que, desde los 15 años es un habitual de las concentraciones de la selección española, aunque no olvida sus orígenes y se pasa siempre que puede a ver a su exentrenador y excompañeros.

ucho más serio y reservado que Milín, Pedro Vázquez ha conquistado grandes éxitos en categorías inferiores sin recompensa económica. Por eso piensa en el futuro y pone tanto empeño en los estudios de Ciencias de la Educación Física y el Deporte como en su pasión, la piragua. Hoy cumple 22 años como campeón del Sella.