Convulsión. Ésa es la palabra que define el comienzo del Madrid de esta temporada. Primero fue la huida de Zinedine Zidane del banquillo, luego el fichaje de Julen Lopetegui como nuevo entrenador, con los problemas con Rubiales, y más tarde Cristiano Ronaldo usó un billete de avión de 100 millones de euros a Turín, pero sólo de ida. En medio de todo ese barullo que aún hoy, ya empezada la Liga, se sigue sintiendo de forma atronadora en las portadas, tertulias y mentideros futbolísticos, sólo existe una realidad: hay que rehacer un equipo que con los mismos mimbres, salvo Cristiano Ronaldo, es el actual campeón de Europa.

¿A qué juega el Madrid? La mayor diferencia que podemos encontrar entre el Madrid de Zidane y el de Lopetegui es que con el francés el equipo marcaba dos líneas de juego: una ofensiva y otra defensiva, la ofensiva en campo contrario y la defensiva en campo propio. Ahora el técnico vasco intenta convertir estas dos fases en una jugando el mayor tiempo posible en campo contrario. Lo logra cuando adelanta la línea de presión hasta el área contraria con el fin de robar y correr como galgos hacia la portería. Si no es posible correr y pillar al contrario descolocado, el equipo pasa a tocar y a jugar en posicional con una horizontalidad más marcada.

Una horizontalidad que huye, al menos por lo visto hasta ahora, del aburrimiento de España en el Mundial. Mover el balón de un lado a otro está bien, pero para pasar de la horizontalidad a la verticalidad son fundamentales dos de los puntas (Benzema y Asensio) en la circulación del balón y, por supuesto, los dos laterales (Marcelo y Carvajal). Los laterales situados de extremos abren el campo, lo que obliga a la defensa contraria a hacerse más ancha y los dos delanteros bajan a recibir a la línea de medios para conseguir dos efectos: descolocar a los centrales, que no encuentran un punto fijo al que defender, y molestar a los mediocentros en su espalda. Hasta la fecha, el Madrid ha jugado así en ataque con buenos resultados, guardándose la carta de Bale como estilete cuando se roba en campo contrario y como rematador cuando el juego es más estático.

Mientras esto ocurre, Casemiro participa poco de la creación ofensiva, mientras Kroos y Modric buscan triangulaciones a la espalda de los medios para que, una vez conseguido el pase filtrado, se realice una jugada por el centro o se abra la pelota a los laterales que se encuentran solos, porque los defensores asignados se han subido a la chepa de sus centrales para cerrar la portería al estar sobrepasada la línea de medios.

Ahora bien, en lo que no ha cambiado el Madrid de Zidane y el de Lopetegui es en lo anárquica y descontrolada que está su defensa. Jugar con laterales adelantados hace que lleguen tarde a defender si te roban el balón. Para eso está Casemiro, para restañar las heridas que un equipo volcado provoca atrás. Defensivamente es el hombre clave del Madrid e interpreta su papel muy bien, aunque el final de la temporada pasada no fuera de los que él mismo deba recordar por su juego.

Ahora bien, la endeblez defensiva del Madrid es más de jugadores que de concepto defensivo. Es decir, falta de concentración o poca gana. Marcelo es el ejemplo máximo, pero Ramos también se suma (en la falta de concentración) y Varane camina por la misma cuerda floja porque muchas veces es "blandito".

Colectivamente, el trabajo de Lopetegui está claro, pero todo eso no serviría de nada sin la cuestión individual. Ahí se debe hablar de algunos nombres propios necesarios para que las cosas funcionen.

Isco. El primero y más importante. Dentro del análisis colectivo sería el encargado de romper líneas ya sea con pases o con regates. Si quiere convertirse en el jugador estratosférico que muchos ven en él, esta temporada es definitiva para tocarla menos pero mejor, desbordar y abrir el juego y levantar la cabeza para ver los desmarques.

Benzema. Hace bien muchas cosas (juega, se asocia, se desmarca, tiene una clase asombrosa), pero jugar con el 9 en el Madrid obliga a marcar muchos goles, cosa que no hace. Este año ha empezado marcando, así que un nuevo voto de confianza, y van...

Asensio. Mucha clase y también el mismo grado de irregularidad. Ha empezado bien aunque desaparece durante demasiadas fases del juego. Se le pide más ambición para que explote de verdad.

Bale. Si le respetan las lesiones, es el goleador para suplir la baja de Cristiano Ronaldo. Se le caen los goles del bolsillo.

Cristiano Ronaldo. No está, pero la temporada entera parecerá como si estuviera. Su sombra va a ser muy alargada. Sin sus goles, el equipo se resentirá y mucho, pero en algún momento tenía que llegar el fin de la historia de CR7 en el Madrid. Ha sido ahora.

¿Otro 9? Qué gran dilema. Como no hay uno de campanillas a tiro, lo mejor es buscar un segundo delantero centro pero no muy caro.

El Madrid de Lopetegui, pues, es diferente al de Zidane, pero no opuesto, porque la plantilla es casi la misma y con esos mimbres las posibilidades de cambio son realmente pequeñas. Hasta ahora, el paso del nuevo entrenador por el banquillo es bueno pese a que los alarmistas recuerden sin descanso la derrota en la Supercopa ante el Atlético de Madrid. Ese partido estaba ganado de forma solvente hasta que Marcelo decidió que meter en su propia área una pelota que iba fuera del campo era una buena idea. La temporada ha comenzado. Viva el fútbol.