El equipo español cerró el Mundial de piragüismo con otras dos medallas, para llegar a un total de cinco, y la sensación de que podían haber sido alguna más o de distinto color. Por ejemplo, la plata del K-4 500, la joya de la corona española, superado en una regata igualadísima por los inevitables alemanes. Otros barcos españoles se quedaron al borde del podio, como el asturiano Javi Hernanz, cuarto en un K-1 5.000 que se resolvió al sprint.

El castellano-leonés Carlos Garrote logró el hito de proclamarse campeón mundial y europeo en 2018, en el que ha mostrado un estado de forma pletórico. Tras quedarse fuera del K-4, Garrote se centró en el K-1 200 y ayer recibió la recompensa: "Ha sido un año espectacular. Se notaba un poco la presión, pero hemos convivido con ella y es la guinda al pastel. No puedo estar más feliz, la verdad".

El K-4 de Saúl Craviotto, Cristian Toro, Marcus Cooper y Rodrigo Germade se quedó con un sabor agridulce por la medalla de plata. En junio ganaron el Europeo superando al equipo alemán, que ayer se tomó la revancha. El líder del barco español, Saúl Craviotto, no disimuló: "Pasados dos minutos desde el final de la carrera me siento un poquito cabreado. Seguro que mañana lo veré de otra manera. Al final somos subcampeones del mundo. Hemos hecho nuestra carrera, metiendo los cuatro la misma fuerza. Y nos han ganado los alemanes, ya está, no pasa nada".

Craviotto, que se va de Portugal con dos medallas de plata, ya que también fue segundo junto a Cristian Toro en K-2 200, tiene muy claro donde puede alcanzar la gloria el K-4: "Al final, donde hay que ganar es en el objetivo principal, que es en los Juegos Olímpicos de Tokio". El técnico de los medallistas, el luanquín Miguel García, lo tiene claro: "El año es redondo y no podemos poner ningún pero a la regata. Simplemente, los alemanes lo hicieron mejor que nosotros. Estamos convencidos de que no deja de ser un paso más de cara a la clasificación olímpica del año que viene".