La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los guardianes de la carrera

Un grupo de 128 guardias civiles vela por la seguridad: "Aquí nadie viene de vacaciones"

Cuando los ciclistas que participan en la Vuelta 2018 aún están despertando, la etapa ya ha comenzado. Los 128 guardias civiles -130 en el caso de la etapa de los Lagos de Covadonga- ya están en marcha, marcando el recorrido, controlando al público y tratando de evitar cualquier posible eventualidad que desluzca el espectáculo deportivo. Son 58 motoristas, 38 efectivos del Grupo de Reserva y Seguridad, un helicóptero con cinco personas, una unidad del Grupo de Acción Rápida (en este caso para la detección de drones) y un grupo de especialistas en transmisión, informática y logística. A esto hay que sumar sesenta efectivos de tráfico de la comandancia de Gijón para las etapas de Asturias.

Apenas son las diez de la mañana en Ribera de Arriba. De allí sale la etapa que lleva a los ciclistas a Covadonga. Los efectivos comienzan a desplegarse. Una hilera de coches cuatro por cuatro, y otra con casi sesenta motos, se ubican a escasos cien metros de la línea de salida. Antes de la formación habitual, "los guardianes de la Vuelta" bromean en la salida. "Mañana hacemos la formación con ellos", dice uno de los motoristas con un marcado acento andaluz cuando los encargados de ambulancia se suben a sus motos para sacarse fotos.

Pasa poco tiempo hasta que la cosa se pone seria. Los mandos pasan revista a los efectivos, que se cuadran a su paso. Echan unos vivas y la cosa vuelve a relajarse. Apenas cinco minutos después de las once de la mañana, la etapa saldrá a la una menos cuarto. Sin embargo, los motoristas ya se ponen en marcha.

"Primero salen los banderas amarillas, encargados de encintar el recorrido, señalizar los accesos a la carretera y cortar el tráfico en sentido contrario a la marcha. Después los banderas rojas, ellos se ocupan del control de afluencia, evitando que la gente se meta en el camino de los ciclistas formando cordones dinámicos en los puertos. Entre este grupo está el abre carreras principal, que va por el centro de la calzada marcando el paso al primero de la carrera. Luego, detrás del pelotón y los coches de carrera viene el bandera verde, que marca el cierre", explica el teniente Diego Martín, que actúa como enlace entre los Guardias Civiles con los medios de comunicación.

Por primera vez en esta edición, se incluye una unidad antidrones. "Es una cosa que está muy en boga", apunta el cabo de Haro, del Grupo de Acción Rápida. Este año ya han tenido que actuar ante dos incidencias relacionadas con estos aparatos, uno en Málaga y otro en Granada. "Estamos en etapas de especial conflictividad. Con los dos dispositivos de los que gozamos, barremos la señal en los puertos de montaña. El aparato nos permite localizar e inhibir la señal del dron y ubicar a la posición de la persona que lo está manejando. Cuando se detecta uno, primero emplazamos al piloto a que lo retire, en caso de negativa inhibimos su señal. Estos aparatos pueden crear problemas al helicóptero, al pelotón e incluso al público", añade de Haro.

Una vez finalizada la etapa, la labor del dispositivo de seguridad no termina. En el caso de etapas con final en alto los Guardias Civiles controlan la bajada de los aficionados, y menos mal. Ayer, en la etapa que acababa en Les Praeres de Nava uno de los miembros del operativo evitó que una joven ciclista sufriera un terrible accidente. "Una chica iba bajando en bici y se le estropearon los frenos. Un compañero la agarró y aunque él sufrió heridas leves, ella se pudo salvar de un destino trágico", relata Martín.

Compartir el artículo

stats