El Urraca llegó al feudo del Avilés Stadium luciendo la etiqueta de favorito para luchar por los puestos cabeceros de la clasificación y puso argumentos sobre el campo que avalan esa posibilidad: orden defensivo, una pegajosa presión que entorpeció el juego combinativo del rival y una idea muy clara de que su primer objetivo es no encajar goles y lo que venga por añadidura, bienvenido.

Por su parte, el equipo local, debilitado por las bajas de Wisi, Asenjo y Litos, trató de trenzar jugadas con las que superar la granítica defensa llanisca y derrochó pundonor. La afición avilesina, pese a no haber sumado los tres puntos, quedó contenta al ver que hay un plan de juego y que los blanquiazules plantaron cara a uno de los gallitos de la categoría.

El recuento de ocasiones da a entender que el Stadium atacó más -como en efecto ocurrió-, pero realmente solo hubo dos lances en los que el portero del Urraca se tuvo que emplear a fondo: un disparo envenenado de Jorge Rodríguez cuyo rechace fue cabeceado con poca fuerza por Tranche y un mano a mano cuando al partido le quedaban dos minutos entre Tranche y Dani Rivas que el cancerbero resolvió con acierto. El equipo visitante fió todo su potencial atacante al balón parado, del que estuvo a punto de sacar petróleo en dos ocasiones. Pese a que los equipos parecían haber cargado sus artillerías con balas de fogueo, el partido resultó entretenido por la pugna estratégica en el centro del campo y la emoción de saber si se movería el marcador.