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"Es un milagro, el guardarraíl me tendría que haber cortado la cabeza"

Gabriel Gutiérrez sufrió un accidente en una carrera de montaña a 120 kilómetros por hora y se despeñó

El estado en que quedó su coche tras el accidente.

Gabriel Gutiérrez Siegrist rezó el pasado domingo su padrenuestro más importante. El piloto avilesino le dio gracias a Dios por estar vivo, segundos después de sufrir el accidente que le tendría que haber costado la vida. Su fórmula de doscientos caballos cayó montaña abajo dando tres vueltas de campana tras estamparse a 120 kilómetros por hora contra el guardarraíl de una curva, en la subida a El Piélago, en Toledo. "Por la posición, el quitamiedos me tendría que haber cortado la cabeza. El coche se precipitó por un terraplén. Estaba consciente y pude salir gateando. Cuando llegué a la carretera, me arrodillé y me puse a rezar. Fue un milagro que saliera ileso", asegura.

Hay un vídeo del accidente. La secuencia retrata al último coche de la carrera. El bólido toma una curva de trazado a la derecha a 140 kilómetros por hora, con la cuarta marcha metida. El vehículo pisa ligeramente fuera de la calzada, hace un giro brusco, se estampa contra el guardarraíl y se va ladera abajo. Dentro va Gabriel Gutiérrez Siegrist, que calcula que cuando sufrió el impacto iba a una velocidad de 120 kilómetros por hora.

En los once segundos de vídeo, solo hay un instante de silencio. Lo rompen la mujer y el hombre que poco después habrían de ayudar a salir a Gabriel del amasijo de hierros en que quedó convertido su coche de la escudería Tatuus. "¡Hostia?hostia? corre, corre, corre!", gritan con pánico cuando la cámara ya solo enfoca el asfalto de una comarcal de Castilla La Mancha y Gabriel está dando vueltas de campana por la ladera.

Abajo, en boxes, Víctor Gutiérrez, el padre de Gabriel, recibe la noticia. "El último ha tenido un accidente. Se ha caído por un barranco", le comunican. Como alma que lleva el diablo subió con el director de la carrera a la cima de la montaña. Experimentó el miedo más primario que se puede sentir. El de no saber si su hijo se acaba de matar. Mientras tanto, Gabriel no ha perdió la consciencia durante la colisión. Después de dar tres vueltas de campana, el coche se encalla en unos árboles. Estaba vivo y, afortunadamente, entero.

"Lo primero que hice fue comprobar que podía mover los dedos de las manos y de los pies, para comprobar que no me había partido la espalda", rememora. "No sabía dónde estaba. Mi mayor miedo era que el coche se prendiera fuego o que volviera a caer. Me vinieron ayudar dos personas, un hombre y una mujer. No sé cómo se llaman, pero les doy las gracias. Salí gateando y llegué a la carretera. Me arrodillé y recé un padrenuestro. Viví un milagro", explica.

Víctor y Gabriel se encontraron poco después en la ambulancia que los trasladaría al hospital de Talavera de la Reina. Su padre explica que tardó unos cuantos segundos en encontrarle. "Fue de lo más duro que me ha tocado vivir. Ahora son momentos difíciles, afortunadamente estamos acostumbrados". Lo dice porque él es uno de los pilotos más laureados del automovilismo de montaña del país, con 110 victorias en categoría absoluta.

Gabriel recuerda nítidamente el accidente. "Fue como si me tragase una ola enorme", compara. "Quizás iba demasiado rápido, arriesgué demasiado. Pisé fuera en una curva que se metía a la derecha y me salí", analiza mientras con sus manos gesticula como si agarra un volante. "Gracias a dios, la arquitectura del coche era buena. Si es con otro, ahora no estaría aquí", asevera.

Ahora, el joven avilesino está de baja en Salinas, donde reside su padre, al menos dos semanas. Descuenta los días que le quedan para regresar a Madrid, para reincorporarse como teniente en el Cuerpo de Ingenieros en la base de helicópteros de Colmenar Viejo. A la pregunta de si volverá a correr, Gabriel responde a quemarropa: "Por mí, hoy mismo".

Pero no depende de él. El automovilismo de montaña es un deporte caro y económicamente no se puede permitir adquirir un nuevo vehículo. "Este me lo prestó Jesús Pombo, subcampeón de Galicia, al que le estaré siempre agradecido, pero ha quedado como un trapo", lamenta. Por eso, el talentoso corredor busca un espaldarazo monetario para volver de nuevo al circuito y cumplir su sueño: participar en el Campeonato de Europa.

Mientras se recupera de las magulladuras, Gabriel Gutiérrez Siegrist lleva un collarín y le duele medio cuerpo. Pero nunca olvidará el padrenuestro que rezó de rodillas en una comarcal de Castilla La Mancha. Tampoco que a pesar de todo, quedó segundo de la competición, a solo 500 centésimas del primero. Ni que era un domingo soleado a las tres y media de la tarde cuando un milagro le salvó la vida.

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