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Culé Moyáu

El barón de Münchhausen en Vallecas

Pffffffffff. Si, después del partido Rayo Vallecano-Barça, me hubiera encontrado con un amigo que no vio el partido y tuviera que explicarle cómo es posible que el Barça siga siendo líder, incluso aumentando la ventaja de puntos con el Atlético de Madrid, gracias a una victoria imposible, seguro que mi amigo no me creería y pensaría que soy un mentiroso tan encantador como el barón de Münchhausen, ya saben, ese aventurero que aseguraba haber viajado subido en una bala de cañón y que consiguió escapar de una ciénaga donde había quedado atrapado con su caballo tirándose de los pelos. ¿La victoria del Barça? Pues verás, perdíamos 2-1 jugando de forma horrible después de unos primeros treinta minutos fantásticos. El Rayo Vallecano parecía el Manchester City, nuestra defensa se hundía como un barco de papel abandonado en un mar picado, Coutinho había desaparecido sin combatir, nada funcionaba como debería (excepto Jordi Alba, por supuesto), Dembélé salió en plan salvador y se empeñó en demostrar que su fichaje fue un error histórico y, madre mía, Piqué se convirtió en delantero centro. Llegó el minuto 86 y, entonces, el Barça salió de la ciénaga en la que se había metido tirándose de los pelos.

Piqué, delantero centro, cede de cabeza la pelota a Dembélé, que pasaba por allí, y sin pensarlo y con la pierna izquierda, dispara a puerta. El balón no tropieza con ninguna de las trescientas piernas, o así, que había en el área. Gol. Minuto 89. La defensa del Rayo se despista y permite que Luis Suárez remate un centro llegado del más allá. Gol. El Barça gana 2-3 y sale de la ciénaga limpito y descansado. Por favor, ¿quién se puede creer eso? El barón de Münchhausen no pudo salir de la ciénaga tirando de sus propios cabellos porque, como explica Sergio L. Palacios (autor de libros maravillosos sobre la relación entre los superhéroes y el cine de ciencia-ficción con la física), esa acción no cumple las condiciones de la tercera ley de Newton. Ambos cuerpos (pelos y mano) son distintos, pero en realidad forman parte de un todo: el propio barón. Al estar todas las fuerzas aplicadas a un mismo cuerpo, se cancelan entre sí, de forma que no sirven para producir movimiento del cuerpo como un todo. Que Piqué jugando de delantero centro y Dembélé rematando bien después de muchos minutos jugando muy mal salvaran al Barça de la derrota en el minuto 86 es tan absurdo, y tan poco newtoniano, como el barón de Münchhausen saliendo de la ciénaga gracias a la fuerza de la mano del barón tirando de sus cabellos. Y, sin embargo, amigos, así fue.

Y aquí termina esta nueva aventura del barón de Münchhausen. Chisssssssssst. No se la contéis al Inter.

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