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Una semana de pasada

Garbiñe tiene que poner en orden su cabeza

Hay algo extraño en el comportamiento de Garbiñe Muguruza desde hace bastante tiempo. Una deportista que lo tiene todo para ir con una sonrisa por la vida y por las pistas parece peleada con el mundo. "Siempre estás enfadada", le espetó el sábado su entrenador, Sam Sumyk, en un descanso de su partido frente a la china Qiang Wang, del Masters B femenino. Para empezar, Muguruza no debería haber estado allí, sino una semana antes en el de verdad, el de las ocho mejores del mundo. Pero desde su llegada a la élite, y especialmente tras levantar su segundo Grand Slam, Garbiñe parece empeñada en desperdiciar su talento. Ya habíamos visto otras veces, en sus cara a cara con Sumyk, esa actitud desesperante, con la cabeza gacha o la mirada perdida, como si su entrenador tuviera la culpa de lo que le pasaba en la pista. Quizás el entrenador no debería haber escenificado en público su desencuentro, sobre todo con esas palabras, pero algo habrá que hacer para que la mejor tenista española desde Arancha Sánchez Vicario ponga en orden su cabeza. Tras lo ocurrido en Zhuhai, lo más lógico es que la sociedad Muguruza-Sumyk se rompa porque hay un evidente problema entre ellos. Pero la crisis de la hispanovenezolana no se resuelve con un cambio de entrenador. De ella depende que vuelva a ser aquella joven que arrasó en sus primeros años en el circuito. Y con una sonrisa.

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