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La Escuela de Medicina del Deporte de la Universidad languidece

La desaparición de la especialidad por la normativa europea deja bajo mínimos la actividad en las instalaciones de San Gregorio

Yago Lamela, en la Escuela de Medicina del Deporte de la Universidad de Oviedo en 2006, junto a Miguel del Valle. LNE

La sede de la Escuela de Medicina del Deporte de la Universidad de Oviedo sigue en una esquina de la pista de atletismo del CAU, pero en su interior ya no se vive la frenética actividad de sus mejores años. La directiva europea que extinguía la especialidad como escuela universitaria para convertirla en hospitalaria la ha dejado en una especie de limbo. Salvo giro inesperado, sus consultas y salas de recuperación ya no atenderán a deportistas tan conocidos como Fernando Alonso o Yago Lamela, ni a los miles de pacientes anónimos que pasaban cada año por las manos de prestigiosos especialistas.

El doctor Miguel del Valle, director de la Escuela de Medicina del Deporte en su mejor época y ahora profesor de la Universidad, lamenta que cuatro años después de aplicarse la normativa europea y del Ministerio de Educación, se haya frenado en seco la formación de especialistas. "La iban a convertir en hospitalaria, que era lo que todos queríamos, pero se ha quedado en el limbo de los justos. Desde hace cuatro o cinco años no se sacan plazas MIR", lamenta Del Valle.

La Universidad de Oviedo sigue destinando una pequeña partida de dinero para mantener unos mínimos servicios en el edificio de San Gregorio. "Las consultas están ahí y seguimos haciendo investigación, pero de forma totalmente voluntaria. Al no haber alumnos, el presupuesto es muy pequeño", señala Del Valle, que añora aquellos tiempos en que llegó a contar con treinta universitarios realizando las prácticas en la Escuela de Medicina del Deporte.

Oviedo fue un centro de referencia de la medicina deportiva, sobre todo para especialistas del norte de España. A ello ayudó la presencia de médicos tan prestigiosos como Nico Terrados, Benjamín Fernández, Jorge Egocheaga y Luisa Ruiz, con programas avanzados e innovadores sobre el estudio de la pisada del deportista o las pruebas isocinéticas.

La calidad de la atención en la Escuela de Medicina del Deporte de la Universidad de Oviedo llamó la atención de deportistas de elite como Fernando Alonso, que realizó en sus instalaciones la recuperación de una lesión de rodilla, en su primera etapa en la escudería Renault. O del fallecido Yago Lamela, que en 2006 se puso durante cuatro meses en manos de Miguel del Valle y los fisioterapeutas en su enésimo intento de recuperarse de las graves lesiones que condicionaron su carrera.

Pero las instalaciones universitarias no eran un coto cerrado, ni exclusivo para deportistas de alto nivel competitivo. Miguel del Valle también destaca la accesibilidad del servicio, ya que cualquier persona podía conseguir una consulta o ponerse en manos de especialistas en rehabilitación. Ahora, la Universidad se plantea la contratación de un médico y un fisioterapeuta para que atienda a los integrantes de los equipos universitarios.

Al abrigo de la Escuela de Medicina del Deporte han surgido iniciativas que ahora gozan de un gran prestigio, como el Premio Nacional de Investigación en Medicina del Deporte, que ya va por su vigésima edición. Unos galardones que, según Miguel del Valle, son reconocidos tanto en España como internacionalmente: "La clave fue la seriedad con la que lo planteamos desde el primer día. Una prueba es la cantidad de trabajos premiados que se publican en revistas internacionales". Otras universidades, como la de Murcia, han intentado replicarlo, pero de momento -y a pesar de los recortes en su matriz- los de Oviedo siguen marcando la pauta.

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