Quique González escribió en 1998 una historia de amor pensando en lo que dirían las personas que viven de noche, como los conserjes. Lucho Valera, el entrenador del Stadium, podría ser uno de esos conserjes de los que habla el cantautor, porque desde hace cuatro años tiene el turno de noche en la residencia de mayores del Nodo. En su caso, su historia de amor es la pelota, y los sacrificios que hace por el fútbol. Como ir sin dormir a los partidos de su equipo. "¿Qué cómo aguanto? Pues aguantando, no me queda otra. Soy un loco del fútbol y en el futuro espero que me llegue la oportunidad de poder vivir de ello", explica Varela.

Luis Valera tiene 36 años, está casado y tiene una niña pequeña de tres años. Acumula años de experiencia en categorías amateur y en fútbol base. En el Stadium, en Regional Preferente, vive su gran oportunidad. Una oportunidad que lo justifica todo. "Entro a las diez y media y salgo a las siete. Antes jugábamos más tarde y podía dormir un par de horas. Pero para el club jugar pasadas las doce es malo porque va menos gente, así que bueno, hago el sacrificio", indica el técnico.

Su rutina del pasado fin de semana, cuando el Stadium jugaba en Laviana ante el Titánico, raya el insomnio. "Salí de currar y me eché un rato, pero tuve que ir a buscar a una persona a Luanco y al final pues apenas pude dormir. Al final, con los nervios del partido y la adrenalina no estás cansado. Eso sí, cuando se acaba te entra el sopor de golpe", explica Valera. Lo normal sería pensar que, tras jugar el Stadium, Lucho se metiera merecidamente en la cama. Pero no siempre es así. Ser técnico, incluso en una categoría de aficionados, requiere un conocimiento de los rivales, así que hay veces que después de jugar su equipo se monta en el coche y se pone a seguir a otros equipos. "En la jornada dos, después de jugar contra el Astur, cogimos el coche mi mujer, mi hija y yo y nos fuimos a ver al Urraca. Hay que estar preparado", asegura.

Este dossier de horas en vela tiene sus consecuencias. "Al final, sin el apoyo de mi mujer, que me entiende, no sería posible. Lo malo es que pierdo horas de estar con la nena", lamenta. Todo por un sueño que es que el día de mañana se dé la oportunidad de poder vivir del balompié. "Sé que es difícil (vivir del fútbol), pero todavía anhelo el momento de poder cogerme una excedencia y dedicarme a lo que más me gusta, que es el fútbol", comenta.

Salvo el Real Avilés, en Tercera División, por cuestiones que no vienen al caso, lo lógico en los equipos de estas categorías es entrenar por la tarde. Así lo hace el Stadium, que comparte cancha con el Bosco y con el Miranda, dos clubes con los que Lucho tiene un pasado común. Esas buenas relaciones han sido claves, porque por horario al conjunto de Preferente le dieron para sus sesiones a partir de las nueve, por lo que habría sido imposible para Lucho dirigir al equipo. "Al final, es jodido encontrar acomodo para tantos equipos, pero, por suerte, llegamos a un acuerdo", se congratula. Así son los fines de semana de Lucho Valera, que, además, no es muy fan del café. "¡Que va!, apenas bebo, si acaso el de por la mañana", cuenta el técnico del Stadium medio riendo. "Al final te acostumbras, vas al revés del mundo, pero te acostumbras, haces el cuerpo a ello", asegura un entrenador que tiene al Stadium, valga la ironía, luchando por un sueño. En su canción, Quique González decía que algo tendrían que decir los conserjes de noche. Pues bien, en el caso de Lucho Valera lo que dice es que dormir es secundario cuando se persigue un objetivo con un balón de fútbol por el medio.