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La fuerza de Lydia Valentín está en la mente

Además de practicar un deporte casi invisible como la halterofilia, Lydia Valentín ha tenido la desgracia de haber competido durante sus mejores años con rivales que iban con gasolina extra. El dopaje le privó del enorme placer de subirse a lo más alto del podio en Londres 2012 y al segundo cajón en Pekín 2008. Esas medallas ya están en su casa, pero no es lo mismo que sintió en Río de Janeiro, cuando se colgó en vivo y en directo la de bronce. A esos tres laureles olímpicos hay que añadir diez en los mundiales (cinco oros, una plata y cuatro bronces) tras los dos títulos conseguidos la pasada semana en Turkmenistán. Con los 29 podios europeos (doce oros, diez platas y siete bronces) completa un palmarés incomparable, que la sitúa entre los grandes deportistas españoles de la historia. Si la pasada semana hablábamos del desperdicio de talento en que ha incurrido últimamente Garbiñe Muguruza, con Lydia Valentín tenemos el ejemplo contrario. Cualquiera se hubiera rendido ante tantas contrariedades e injusticias, pero no esta leonesa que ha demostrado ser tan fuerte de cabeza como de cuerpo.

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