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Asturias hizo las Américas

Decenas de argentinos viven en Oviedo, Gijón y Avilés la final entre River y Boca: "No nos la podíamos perder"

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Así vivieron el Boca-River los argentinos residentes en Asturias

A Viviana Marinelli le explotó el corazón cuando Benedetto adelantó a su Boca y se le encogió el alma cuando Pity Martínez y el River ajusticiaron a su equipo en el último minuto de la prórroga. Vio en un bar de Gijón como se le escapó la Libertadores a su club. Estuvo acompañada de ocho compatriotas, todos hinchas xeneizes, excepto su primo. "Es el único que salió torcido de la familia. Mi papá, mi abuelo, mis hijas y mis nietas, todos somos de Boca", explicaba la mujer de 46 años. Sus camaradas y ella fueron sólo uno de los grupúsculos de argentinos que visionaron su final en el Principado. En Oviedo, en Gijón y en Avilés también se reunieron aficionados de los dos grandes equipos argentinos para demostrar que un trocito de la Libertadores se jugó en Asturias.

Celestino Fernández lo vio en Oviedo. Nació en el concejo de Salas en tiempos de la Segunda República. Emigró a Buenos Aires y se hizo, como muchos "gallegos", de Independiente de Avellaneda. Hizo las Américas 25 años. Fue taxista y comerciante. Siguió el partido en un bar con otros aficionados, pero Carmen Fernández, su mujer, prefirió quedarse en casa. "Futbolísticamente, voy con River. Siempre hicieron mejor balompié", explica el hombre a sus 87 años.

Celestino regresó del otro lado del océano a mediados de los setenta, antes de que existieran las Madres de la Plaza de Mayo, pero ya con la dictadura del general Videla poniendo las cosas feas. Conserva familia y amigos en el país sudamericano. "Argentina y Buenos Aires son orgullosos. Para ellos es un desprestigio jugar aquí. Aceptaron a regañadientes", cuenta sobre el proceso que derivó con la ironía de jugar una Libertadores en España.

De vuelta a Gijón, allí vieron el partido Marcelo Chorny, de Mar de Plata, y Alejandro Lebra, de Córdoba. Llevan tres y quince años, respectivamente, viviendo en Asturias. Ni son de River, ni son de Boca, pero reconocen que no podían faltar a la cita. "Son los dos grandes de nuestro país. Nos hubiera gustado que se jugará allá, pero no nos lo íbamos a perder. Es como una final de la Liga de Campeones para ustedes entre Madrid y Barcelona", comparan. En la mesa les acompañan Pablo Echalecu y Gaspar Campagna, que llevan solo dos semanas residiendo en el Principado.

Cerca de su mesa sigue el partido Jorge Alonso. Llega de ver al Sporting, con su hijo de 14 años Aoiki. Fue la cuarta final de La Libertadores que intentaron ver. "Estamos locos por este partido. Voy con Boca. Soy maradoniano. Estuve allá en La Bombonera y me trataron fenomenal", reconoce el hombre que debajo de la camiseta de Boca lleva puesta una del Sporting de Gijón.

En Avilés, los nervios de la prórroga pasaron por la casa de los jugadores del Belenos, un club de rugby local con acento argentino. La vivieron en casa Eba Carosi, Juan Palero, Juan Pablo Abdala "Chipi" y Renzo Gardonio, los cuatro de Boca. Se llevaron las manos al corazón con las acometidas de su portero, Andrada, cuando subía con el cuero hasta el centro de la cancha, y a la cabeza cuando el palo evitó que Jara les concediera el beneficio de los penaltis. Al final, media Argentina celebró, mientras la otra media lloró con el triunfo de River. Igual pasó en la región. Asturias vibró con la final increíble y disfrutó de hacer las Américas.

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