Llegar los primeros mensajes desde México hablando de ascenso y tropezar el Oviedo fue todo uno. Cuando parecía superado el posible efecto contraproducente de la victoria en el derbi, el tropiezo frente al Almería ha dejado al oviedismo un poco descolocado. Por lo menos a ese sector que todavía no sabe lo que es la Segunda División. Una categoría en la que un claro candidato al ascenso -éste sí-, el Deportivo, se deja igualar dos goles por el Numancia en su campo en los últimos minutos. O en el que un líder hasta ahora intratable, el Alcorcón, pierde en su fortín con un Reus que parecía desahuciado por razones deportivas y, sobre todo, económicas. Bien haría Arturo Elías en tomar nota de la prudencia de su entrenador, Juan Antonio Anquela, que conoce la Segunda como si la hubiese parido. Es comprensible que un club como el Oviedo tenga como meta llegar a la Primera División. El problema es que hay un montón de rivales con las mismas urgencias históricas y unos cuantos con más medios materiales que los azules. La experiencia desde la vuelta del Oviedo al fútbol profesional invita a la prudencia para no repetir errores como el de la primera temporada, con la precipitada "dimisión" de Sergio Egea. Al margen de los vaivenes lógicos de una Liga interminable, que afectan a todos los equipos, el Oviedo parece en el buen camino para ser cada año un poco más competitivo.
