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Sólo el neutral pudo disfrutar

Hubo más fuego en la legión xeneize a raíz del gol de Benedetto en una primera parte miedica e insulsa controlada mejor por Boca. Los millonarios recuperaron el sonido ambiente y el dominio con el tanto de Pretto. La grada se comportó siguiendo el relato del campo. Los dos goles desmelenaron a todos. Estallidos tremendos. Sorprendente lo de los banquillos: ambos saltaron al galope a por el agraciado cuando les tocó celebrar. Sprint hacia adelante, sprint hacia atrás. Manos a la cabeza. Como si fuera el último minuto. Tipo Guardiola con el "Iniestazo" en Stamford Bridge. Una locura.

Solo quien fue neutral pudo disfrutar de verdad del superclásico argentino. Demasiado miedo a perder en los dos bandos, especialmente visible en las tribunas laterales, donde se mezclaron hinchas de Boca y de River con turistas del fútbol sin inclinación. Allí estaba Lina, larga melena morena, globos rojos y blancos en la mano, muriendo por River. En cada jugada peligrosa apretaba los dientes y se levantaba. Cada vez que River tenía una opción de chutar ella disparaba con su pierna sin darse cuenta, como si en vez de en el tercer anfiteatro del Bernabéu estuviera en el césped. Un flan todo el partido.

Al lado de Lina un tipo con la camiseta Argentina. Inexpresivo. Agarrotado casi todo el partido. Imposible saber su preferencia hasta que Quintero decantó el duelo en la prórroga y se tapó la cara con su gorra oscura. Era xeneize. Y su lado otro chico de Boca, no con la azul y amarilla sino con la camiseta blanca. Melena tres cuartos. De la gloria inicial al infierno final.

Cuando el Bernabéu encendió la calefacción el árbitro expulsó a Barrios. Acababa de empezar la prórroga y Gago ya se había reencontrado con el Bernabéu. Le quedaba unos minutos para lesionarse (nada nuevo) y volver al banquillo Xeneize, donde ayer no hubo hueco para Cristian Espinoza, el fichaje fallido del Oviedo en enero de 2017.

La sentencia final de Pity Martínez, a puerta vacía y con el portero ejerciendo de delantero, fue un estupendo tributo final al fútbol canchero, anárquico, de recreo, representado mejor que nadie por River y Boca.

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