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El milagro del Boal

"La gente está volcada con el club", dice Julio Fernández, secretario del equipo que es la revelación de la tercera categoría nacional

La plantilla del Boal antes de emprender uno de sus viajes para disputar un partido de Segunda División B. F.S. BOAL

"La mayoría de los rivales cuando llegan a Boal no se lo explican". Así lo cuenta Julio Fernández, delegado del Fútbol Sala Boal y secretario del club, y uno de los que hacen posible que un equipo como este pueda competir en una Liga como la Segunda B de fútbol sala, la tercera en importancia del fútbol sala español, donde se tienen que enfrentar a clubes de Castilla y León y de Galicia. Un Boal que, además, ha comenzado la temporada a lo grande: es sexto, con ocho victorias y cinco derrotas.

Pero el mérito del Boal no está solo en el hecho de competir en Segunda B. El club, que representa a un concejo de 1.586 habitantes, cuenta además con un segundo equipo que compite en regional y desde esta temporada también con un equipo femenino. Y es que el Boal de fútbol sala, fundado hace 20 años, es el orgullo de un concejo que le acompaña en sus partidos de casa y también en los que juega fuera. "La gente está volcada con el equipo, colaboran con nosotros, y no bajamos de 180 espectadores en ningún partido. Además, siempre hay gente que viaja con nosotros", cuenta con orgullo Julio Fernández.

Para financiarse tienen que hacer de todo. "Colaboramos en las fiestas, hacemos rifas, vendemos lotería, estamos en la feria de la miel... Se trata de echarle imaginación, y además tenemos mucha colaboración por parte de los patrocinadores", relata Julio. Con todo ello consiguen juntar un presupuesto que está en torno a los 60.000 euros y con el que apenas pueden sufragar unos gastos que en su mayor parte van destinados a los desplazamientos: "Viajamos en autobús y calculo que en los desplazamientos se nos va una cuarta parte del presupuesto". El resto, continúa explicando Julio, se va para "arbitrajes, derechos federativos y una parte importante para ayudar a los jugadores con los desplazamientos".

Y es que esa es otra de las desventajas que tiene este club con respecto a otros. Los jugadores, que, salvo algunos que viven en el concejo, llegan de otros lugares de Asturias, han de hacer desplazamientos largos para entrenarse y disputar los partidos. Algunos de los entrenamientos tienen lugar en Jarrio y otros en Cudillero. De esta forma consiguen reducir el tiempo de coche para los que llegan de fuera de Boal.

Esta temporada no es la primera que el Boal compite en Segunda B. Ya lo hizo dos temporadas, entre 2014 2016, pero en esta ocasión los resultados están acompañando, salvo estas tres últimas jornadas que han caído derrotados lastrados por las lesiones de algunos jugadores. Aún así, el lugar que ocupan en la clasificación es de privilegio, aunque a Julio Fernández ni se le ocurre pensar en ir un paso más allá: "Subir a Segunda División es impensable, sería inviable".

Pero una vez que se comienza a gestar un milagro nunca se sabe hasta donde se puede llegar. Dice Julio que el Boal de fútbol sala ha dado "mucho nombre" al concejo en lugares donde nadie había oído hablar de ellos. Y una vez que pasan por allí se van pensando que no hay rival pequeño.

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