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El yerno asturiano de Latynina

La familia de Rostislav Ordovsky-Tanaevsky Blanco, empresario de éxito y casado con la hija de la gimnasta con más medallas olímpicas de la historia, procede de La Venta (Cangas de Onís)

Rostislav Ordovsky-Tanaevsky Blanco ha llegado a montar una tasca española en la Plaza Roja de Moscú. EFE

Vive entre Londres y Moscú, nació en Caracas, tiene un holding empresarial que incluye restauración, bienes inmuebles, turismo y fondos de inversión. Es y se siente español, asturiano para más señas, porque su madre, fallecida el pasado mes de marzo, nació en La Venta (Cangas de Onís). Se trata de Rostislav Ordovsky-Tanaevsky Blanco, un personaje inabarcable, alguien que, a los 60 años, ha hecho lo que la mayoría necesitaría cien vidas para realizar. También es el yerno de Larisa Latynina, la gimnasta rusa que consiguió 16 medallas olímpicas, algo que ninguna otra mujer ha logrado y que solo Phelps consiguió superar.

Dice que tiene "el don del emprendedor" y que eso le ha permitido llevar a cabo proyectos como construir una "tasca española" en Venezuela, trasladarla en barco a San Petesburgo, de ahí en tren a Moscú y montar en plena Plaza Roja, en julio de 1990, el "Rincón Español". La idea se le ocurrió tomando algo en Madrid, en Casa Pepe, en 1989, cuando uno de sus acompañantes le dijo que "una tasca sería una maravilla en Rusia". Dicho y hecho. "Nos trajimos una tuna, queso manchego, jamón serrano, cerveza 'San Miguel'...", añade Ordovsky-Tanaevsky.

Fue el comienzo de lo que acabó por convertirse en una cadena con más de 400 restaurantes en Rusia y la vía de entrada de la franquicia estadounidense Kentucky Fried Chicken (KFC) en un gigante que, poco a poco, estaba pasando de vivir bajo un régimen comunista a convertirse en un país capitalista.

No hay detalle de la vida de este empresario que sea vulgar, común. Es hijo, por parte de madre, de la emigración asturiana, en este caso a Venezuela. Su madre pertenecía a una familia de siete hermanos, de los que varios se fueron a Venezuela a finales de los años 40 del siglo pasado a buscar oportunidades. "Era un país abierto a la inmigración", cuenta el empresario en conversación telefónica con LA NUEVA ESPAÑA. Ahora, de esos hermanos, ya solo queda "la tía Lola". Estas navidades van a reunirse con y dos de las viudas de sus tíos. Estarán todos los primos juntos en Oviedo. Una reunión familiar muy especial para "Rostik", que tiene familia en Gijón, Benia, Cangas de Onís y Oviedo. Uno de sus primos, diez años mayor que él, fue el ingeniero José Ángel Blanco, fundador de Inca y decano del Colegio de Ingenieros de Caminos y recientemente fallecido.

Su historia por parte de padre tampoco tiene desperdicio y ha marcado su biografía. Nieto de un oficial ruso del Ejercito Blanco, su padre nació en 1924 en Yugoslavia después de que triunfara la Revolución Bolchevique y su abuelo tuviera que huir. Una abrupta salida de la Unión Soviética que provocó que hasta 1984 no pisara el país del que era originario por vía paterna. Lo hizo por una llamada de la embajada soviética para asistir a un festival de cine. Y es que él tuvo en Venezuela un laboratorio de producción que distribuía las películas de Walt Disney. También fue el introductor de los carretes de fotografía de Kodak en Rusia, donde no hubo fotografías en color hasta que las llevó él.

Conoció a la hija de Latynina, Tatiana, durante una gira por Venezuela del ballet ruso Berioska del que ella era integrante. Cuenta, para que la gente pueda hacerse una idea de cómo era entonces la situación, que estando él de visita en la Unión Soviética en 1986 invitó a cenar a su hotel a Tatiana. "Los hoteles entonces eran sólo para extranjeros y los rusos tenían prohibida la entrada, yo me las ingenié para que el portero la dejara pasar, pero volviendo a casa la paró la Policía y la arrestó durante dos horas. Tiempo después llegó una carta al ballet y le prohibieron salir del país durante dos años", relata.

Dice "Rostik" que su habilidad para los negocios le viene de pequeño, que la aprendió en el comercio que regentaban sus padres y que él tiene un don. "La semilla fue implantada por mis padres, yo siempre inventaba cosas, veía lo que otros no veían y lo he sabido desarrollar bien. Estoy contento", añade. Su relación con Asturias ha sido siempre intensa, conoció la región con 16 años y viene habitualmente. La relación con su primo José Ángel Blanco era tan cercana que sus hijas son sus ahijadas. "Hace poco descubrí que Asturias es mucho más de lo que visitaba habitualmente y tengo planeado un viaje con unos amigos para patearnos la región". Y cuando este hombre tiene un proyecto en mente casi siempre lo lleva a cabo.

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