A Adoración Sánchez no le tiembla el pulso cuando dice que nunca le gustó la fotografía deportiva. Pero "Dori", como todo el mundo la conoce en La Felguera, lleva ya ocho temporadas fijando a su Tuilla del alma en el objetivo de su cámara de fotos y siguiéndolo, Nikon al cuello, por todos los campos de Asturias y unos cuantos de España. Ya puede tronar, llover, hacer frío o calor que da lo mismo. Si juega el Tuilla allí estará ella buscando el mejor encuadre para retratar a unos futbolistas por lo que siente devoción. "Este club es una familia. Los jugadores son como mis niños", asegura.
Dori es autodidacta. No tiene más formación que un curso amateur que tomó hace años. "Me valió para bien poco, para encender la máquina y poco más", explica. Todo lo que sabe lo ha aprendido a base de hacer muchas fotos malas y de equivocarse. "Leo mucho y veo vídeos de hombres explicando cámaras. Soy muy cabezona. Si otros pueden hacerlo yo también", explica.
A la mujer no le ha quedado más remedio que tener ese carácter de acero. Hace siete años fue trasplantada de un riñón. Enfermó a los 19 y ahora tiene 58. "Me he pasado media vida metida en el hospital. He tenido temporadas de estar meses metida ahí dentro", dice una mujer casada desde hace 39 años, con una hija de 38 y que acaba de ser abuela hace un mes.
Dori es un personaje entrañable de un fútbol en peligro de extinción. Le presta el Real Madrid y siempre le atrajo el baloncesto. Su ojito derecho es Luka Doncic, el escolta de Dallas, y Sergio Llull. Pero en cuanto advierte los derroteros de la conversación pisa el freno. "Lo primero es el Tuilla. Yo he venido a ver a este equipo desde antes de que arreglaran el campo, cuando jugaba en tierra", advierte.
La pasión por el equipo, del que su marido Fredo es el vicepresidente, la lleva a recorrer kilómetros. Sigue al Tuilla en El Candín y viaja para sacar fotos juegue donde juegue. Incluso si ni siquiera es en la península Ibérica. Le pasó en la última fase de ascenso que ha jugado el conjunto langreano hace dos temporadas, contra el San Fernando, en el sur de la isla de Gran Canaria. "No he pasado tanto calor en mi vida. Era un campo sin gradas y sin ninguna sombre, encima, perdimos", recuerda.
Esta devoción también le ha dejado momentos dulces. Como la final de la Copa Federación de 2012, cuando el Tuilla ganó al Sporting B del Pitu Abelardo en Mieres. "Ese ha sido uno de los momentos más chulos", reconoce. Y eso que en Mieres ha vivido unos cuantos. "Hubo una vez que se nos apagó la luz y yo ahí con la cámara. Ya me ha pasado más veces, debe ser cosa del Ayuntamiento", cuchichea.
Su destreza no pasa desapercibida ni en Tuilla ni en La Felguera, donde reside. Todo el mundo le pide fotos y más que los jugadores del equipo, las madres. "Me dicen: 'Dori sácame a mi chaval'. Y sí, a los jugadores también les presta y es normal. Yo si marcara goles también me gustaría que me sacaran fotos", revela una mujer a la que en realidad no le gusta ponerse mucho delante de la cámara.
Pero Dori no solo se dedica a hacer fotos. También presta una mano en todo lo que puede. El pasado domingo, tras las victorias ante el Ceares (3-0), se quedó a barrer El Candín. "Madre, si fuera El Molinón no me apuntaba", bromea. Donde destaca también mucho es el pinchoteo que organiza el club los jueves. Ella es la encargada de cocinar los frixuelos. "Me toca hacer una tonelada, porque los primeros días siempre decían que llevaba pocos", apunta.
Para lo único que no vale es para vender la rifa. "Yo solo sirvo para comprarla. No me atrevo a vender. Si me ponen mala cara no sé insistir", dice Adoración Sánchez, o mejor dicho, Dori como todo el mundo la conoce. La mujer que lleva ocho años fijando al Tuilla en el objetivo de su cámara.
