Cómo empezar de recogepelotas y terminar arbitrando la final de un Mundial. Eso es lo que le ha pasado a Jorge García, director de competiciones de la Federación Española de triatlón. Empezó de voluntario en Barcelona-92 y estará en Tokio 2020 como uno de los tres delegados técnicos designados por la Unión Internacional de Triatlón. Será su sexta cita olímpica, contando la que estuvo en la ciudad Condal echando una mano, aunque sin cargo. "Para mí, los Juegos Olímpicos ya han empezado", explica este avilesino, que desde las trincheras ha colocado a la Villa del Adelantado en el mapa de las grandes competiciones nacionales de duatlón, tras confirmarse que la ciudad será sede de un nacional por sexta vez consecutiva a finales de este mes de marzo.

"Siempre buscamos este tipo de urbes porque estas competiciones se sienten más dentro de la gente así", reflexiona. Informático de profesión, casado y con dos hijos, vive de administrar competiciones deportivas desde el año 2013. Ha pasado por Atenas 2004, Pekín 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. Guarda como un tesoro un peluche de cada mascota olímpica y una medalla conmemorativa que atestigua su participación.

"Empecé con 18 años, como si esto fuera un hobby. Antes de Barcelona estuve colaborando para organizar competiciones de la Atlética y el Rally de Avilés", explica. "Hice un curso para ser juez de triatlón y empecé a caminar en un deporte muy desconocido en España", explica un hombre de 46 años que ya tiene anécdotas para escribir un libro.

En Atenas 2000, perdió a una ciclista. "Era el encargado de notificar si alguien se retiraba. Esa deportista no estaba. Se encontró indispuesta y como el recorrido de la carrera pasaba delante de su hotel, se bajó y se quedó allí", cuenta con una sonrisa.

En Londres, tuvo la disyuntiva de tener que sancionar a los favoritos, a los hermanos Brownlee, en una competición en la que estaba también Javier Gómez-Noya. "Era como pitarle un penalti a Brasil en Maracaná", compara. En Río, se pasó una semana entera en la playa de Copacabana. "Teníamos que controlar que no se movieran las boyas. Estuvieron quietas durante una semana, pero el día de la prueba una se nos fue a 50 metros", explica una persona que tampoco quiere eternizarse en su cargo. "En el deporte tienes que saber dejar legado, no puedes acapararlo todo para ti", comenta cuando se le cuestiona por la posibilidad de estar en unos Juegos en Madrid. Por ahora tiene por delante los de Tokio, que no es poca tarea.