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Culé Moyáu

¿Quién llama a Groucho Marx?

Los aficionados creíamos que un club tan grande como el Barça tenía de todo, pero la eliminatoria de Copa con el Levante nos ha revelado que hay un puesto importantísimo que el Barça necesita cubrir de forma urgente. ¿Director general de algo? ¿Secretario técnico de no sé qué? ¿Ojeador principal adjunto? ¿Técnico de materiales, supervisor de que en el vestuario no falten toallas, jefe de protocolo, ayudante de balones, masajista de los masajistas, psicólogo de guardia? No, no y no. Hay algo que el Barça necesita más que a un delantero centro de gran nivel que sepa que solo va a jugar lo que le deje Luis Suárez y que cuando juegue garantice goles. El Barça necesita a alguien que llame por teléfono a la Real Federación Española de Fútbol cuando haya dudas acerca de si la alineación de un futbolista (Chumi, por ejemplo) puede ser indebida. Es un puesto de gran responsabilidad y está sin cubrir, y casi nos cuesta una eliminación en Copa, así que hay que aparcar ese rollo que nos traemos con De Jong y con Rabiot y fichar a alguien que sepa llamar por teléfono.

Una vez completado el organigrama del Barça, será también necesario evitar que los Hermanos Marx redactaran los artículos y circulares del Código Disciplinario de la RFEF. Se supone que los artículos y circulares deben ser claros e inteligibles, pero el artículo 56.3 de ese Código Disciplinario no es muy diferente de la primera cláusula que Groucho Marx (Otis B. Driftwood) lee a Chico Marx (Fiorello), representante del tenor Ricardo Baroni, en "Una noche en la ópera": "La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte". Y no solo eso, sino que "la parte contratante de la segunda parte será considerada como la parte contratante de la segunda parte". Como esto no acaba de convencer a Chico, Groucho propone que la primera parte de la segunda parte contratante sea la segunda parte de la primera parte. Lo que en "Una noche ópera" es descacharrante, en un reglamento deportivo se convierte en un ridículo galimatías que nadie entiende y, por lo tanto, todos interpretan a su manera. Si todas las partes pueden tener razón, es que todas las partes pueden también no tener razón. Y eso es el triunfo de Groucho Marx.

¿Cómo acabar con las dudas acerca de las alineaciones indebidas? Paso primero: que alguien llame por teléfono a la Federación. Paso segundo: que la Federación rescinda el contrato a Groucho Marx. Reconozco que sería divertidísimo que el Barça llamara a la Federación y fuera Groucho Marx quien cogiera el teléfono. Pero el fútbol no necesita una segunda parte contratante de "Una noche en la ópera".

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