El Liberbank Oviedo Baloncesto ganó con claridad al Cáceres en una noche tranquila en Pumarín. Los de Javi Rodríguez tan solo concedieron algo a su rival al principio y al final del encuentro. En el resto fueron de una evidente superioridad, la esperada entre un Oviedo que aspira a luchar por los puestos altos de la clasificación y un Cáceres metido en la pelea por lograr la salvación.

El primer cuarto empezó con un Cáceres decidido a conquistar Pumarín. El equipo extremeño, que llegaba al polideportivo ovetense con la moral alta tras encadenar dos victorias, endosó al Liberbank Oviedo un 2-12 de salida cuando solo se habían jugado 3.40 minutos de partido. Dos triples de Huff y un comienzo errático del Oviedo obligaron a Javi Rodríguez a pedir un tiempo muerto y a poner cierto orden en un duelo que había empezado al ritmo que le interesaba a los visitantes, algo caótico.

Fue suficiente con poner un poco de orden, con que Oliver Arteaga saltara a la pista y comenzara a gobernar en la pintura y con que empezaran a entrar los triples de Alonso Meana, Sergio Llorente, Víctor Pérez y Roope Ahonen para que el Liberbank Oviedo Baloncesto comenzara a tomar el control del partido y del marcador: 20-16 al concluir el primer parcial.

Sofocada la rebelión cacereña, el segundo cuarto el Oviedo apabulló a un Cáceres que no sabía qué vía de agua tapar. Un fabuloso Jakstas se dedicó a repartir juego desde dentro hacia fuera, la defensa local se cerró, con esa intensidad que la hace tan difícil de superar, y Huff erró todos los triples que intentó, que fueron muchos (2 de 11). La consecuencia de todo ello fue una cómoda renta de quince puntos para irse al descanso (41-26).

La salida de vestuarios no hacía presagiar una reacción del Cáceres: un triple de Víctor Pérez aumentó la ventaja a 18 puntos (44-26) y precisamente fue el capitán el que cogió las riendas del equipo (anotó 14 puntos solo en el tercer parcial) para asegurar una noche plácida en un polideportivo algo menos concurrido de lo que es habitual (las consecuencias de las jornadas entre semana de la LEB Oro).

El Cáceres, sin muchas armas ofensivas ante una eficaz defensa, fue cediendo y el Oviedo compareció al último cuarto con una renta de 28 puntos (65-37). Todo parecía funcionar en un equipo que aún saboreaba la gran victoria del domingo (72-81) en Miribilla frente al Bilbao.

Pero le echaron carácter los visitantes y comenzaron el último parcial con un 0-10 que reducía la desventaja a menos de 20 puntos (65-47) cuando todavía quedaban 7.34 minutos de partido. Quizás la holgura con la que llegaron a ese último parcial, el cansancio acumulado en una plantilla corta, con muchas lesiones, hizo que el Oviedo se destensara antes de la cuenta y que, sin llegar a temer por el partido, sí que ofreciera una imagen poco lucida, sin la tensión que les caracteriza. Un mal final que enfadó mucho al técnico local. La ambición de Javi Rodríguez es hacer de este un equipo ganador, que luche por grandes metas, y sabe que para eso no se puede permitir ni un milímetro a la relajación. De ahí que el técnico gallego pareciera ayer haber salida perdedor en vez de haber ganado con claridad.

El Cáceres remó pero, a pesar de que el Oviedo jugó sin ninguna intensidad el último periodo, lo más que consiguió fue reducir la desventaja a 13 puntos (75-62 a 1.52 del final). Los de casa pudieron, además, poner juntos a dos jugadores de la cantera como Alejandro "Chuchi" Rodríguez y Alonso Meana, el primero como premio a su buen trabajo con el filial y el segundo como un jugador importante de un equipo que se coloca segundo en la clasificación. Un buen lugar para empezar a soñar con la gloria.