De martes a jueves, la fiesta fue continua para los aficionados al fútbol gracias a la Copa. Desde la explosión de euforia y rabia después de un gran duelo en Mestalla, cerrado con las imágenes más lamentables de la semana, al desenlace esperado -pero lleno de alternativas- de Montilivi, se vivieron partidos intensos, emocionantes y bien jugados, con la tensión propia de lo que se resuelve en 90 o 120 minutos. Pese a estar condicionados por la doble vuelta, los cuartos de final de la Copa del Rey fueron un carrusel de emociones hasta que Benzema, en Gerona, firmó dos de sus habituales obras de arte. Pero la gran novedad, en una buena iniciativa de la Federación Española, fue la programación de los cuartos de la Copa de la Reina en sesión continua y a partido único. Gracias a eso y a lo que significa el fútbol en Bilbao, San Mamés vivió un momento histórico, al reunir en las gradas a 48.121 espectadores. Fue la mejor entrada de la historia del fútbol femenino en España y la segunda de esas tres jornadas de Copa, sólo superada por los 58.050 en el Barça-Sevilla del inmenso Camp Nou. Una prueba más de que el fútbol también es cosa de mujeres. Y la Copa en Bilbao, más.