Como casi cada fin de semana, el VAR ha estado en todas las conversaciones -por decirlo suavemente- de las tertulias futboleras. Una herramienta que debería servir para aclarar jugadas confusas se convierte en un arma arrojadiza, según como le haya ido a cada uno en la fiesta. Así, en apenas un mes, Sergio Ramos ha pasado de calificar como "escandaloso" el uso de la tecnología a decir sin pudor en el mismo césped del Metropolitano que "el VAR es bastante justo; yo estoy muy a favor". Aunque nunca lloverá a gusto de todos porque la decisión en las jugadas grises, según el argot arbitral, acabará dependiendo del factor humano -con la socorrida disparidad de criterios-, lo que vimos en el Espanyol-Rayo Vallecano podría dar alguna pista. En vez de dejarlo todo en manos del personal de Las Rozas, no pasaría nada por que los árbitros revisasen en la pantalla sus propias decisiones. Lo hizo hasta dos veces en pocos minutos Prieto Iglesias en Cornellá-El Prat y todos quedaron convencidos de que se había hecho justicia. Entre otras cosas porque de esa manera se pudo constatar que las imágenes que ve el árbitro a pie de campo son las mismas que los que suministra la cadena de televisión correspondiente. Esos viajes hacia la banda alargan un poco más la resolución, pero merece la pena. No pasa nada por añadir seis o siete minutos si, al final, nadie se siente "escandalizado".