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Culé Moyáu

¡Chas!

Dembélé, en el Barça-Valladolid. ALBERT GEA / REUTERS

Podríamos ver el vaso medio lleno y decir que ante un buen Valladolid el Barça consiguió una victoria imprescindible, pero también podríamos ver el vaso medio vacío y decir que un mal Barça ganó por la mínima y de penalti a un Valladolid que se presentó en el Camp Nou con la lección bien aprendida pero sin ganas de hacer daño en la portería de Ter Stegen, como si fuera un empollón que se sienta en primera fila y que jamás discutiría una opinión del profesor. El Barça jugó muy mal y el Valladolid ni rechistó, que es como si un profesor explicara que la Tierra es plana y se sostiene en el espacio apoyada en cuatro tortugas gigantes y el empollón de la clase se limitara a tomar nota en su cuaderno. Personalmente, no veo el vaso del Barça ni medio lleno ni medio vacío. Solo veo un vaso que puede contener agua suficiente para saciar la sed de títulos del Barça, pero que también puede quedarse vacío si en los próximos partidos nos enfrentamos a equipos que no se conforman con empollar la lección y sonreír al profesor.

Piqué fue, otra vez, el mejor. Eso es una buena noticia, pero también una mala noticia. Si Messi no es Messi, Suárez no es Suárez, Coutinho no es Coutinho, Dembélé no es Dembélé, Jordi Alba no es Jordi Alba, Boateng no es Larssson y Arturo Vidal se limita a ser Arturo Vidal, la cosa no funciona. No es cuestión de que Valverde acierte con la famosa tecla, porque el fútbol de altísimo nivel, como la tecnología muy compleja según Arthur C. Clarke, es indistinguible de la magia. Para muchos, lo que pasa dentro de las tripas de un ordenador o en el vientre invisible de Internet es pura magia, y para muchos futboleros lo que hace que un grupo de grandes futbolistas apabulle al Sevilla en un partido de Copa y gane de mala manera al Valladolid no tiene que ver con el estado de forma ni con las decisiones del entrenador, sino con la magia. Catón el censor, el austero militar y político romano que no se cansaba de pedir que Cartago fuera destruida, escribió un libro de medicina en el que despreciaba a los médicos y proponía remedios basados en fórmulas mágicas y hierbas medicinales. Después de ver el partido del Barça del pasado sábado, Catón (y muchos futboleros) también propondría alguna fórmula mágica para recuperar al mejor Messi, o quizás una hierba que devolviera a Luis Suárez al mundo de los delanteros que marcan goles.

Nos espera el Lyon en Liga de Campeones, y luego el Real Madrid (dos veces) y el Sevilla. Confío en que la magia del fútbol saque un conejo de la chistera del Barça y haga desaparecer el recuerdo de Messi estrellándose contra la defensa del Valladolid. ¡Chas!

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