En poco más de nueve meses, el San Claudio ha pasado de la euforia por un ascenso, el primero de su historia a Tercera División, a la cruda realidad del último de la fila, con escasas opciones de permanencia. Después de 25 jornadas, el equipo ovetense es colista, con sólo tres victorias, cinco empates, 17 goles a favor y 51 en contra. "Es lo que hay", se resigna el presidente, José Ramón Fernández. "Lo teníamos asumido desde el minuto 1", recalca el entrenador, Borja Menéndez, que sí admite cierta sensación de impotencia.

"He intentado fichar jugadores, incluso de Primera Regional, y cuando les decía lo que podían cobrar casi se reían en mi cara", señala Menéndez, la principal víctima del presupuesto más bajo de la categoría: 30.000 euros para el primer equipo. La filosofía de cantera y las limitaciones económicas llevaron a mantener el 90 por ciento de la plantilla del ascenso: "En Preferente dimos la sorpresa, pero la Tercera es otro nivel. No teníamos que estar aquí, entre comillas".

Borja Menéndez, de 38 años, responde muy bien a la filosofía del club. "En el San Claudio pasé la mayor parte de mi carrera como futbolista, me siento como en casa". Así también lo ve José Ramón Fernández, que asumió la presidencia con el equipo en Primera Regional y, siete años después, se codea con clubes que vienen de Segunda B. Por eso ni se plantea cambiar de entrenador: "Borja está trabajando bien. Si no le damos las armas para competir, no puede hacer nada, aunque en la mayoría de los partidos el equipo ha competido".

"Estamos pagando la novatada", coinciden dirigente y técnico, que creen que merecían algún punto más que los 14 que figuran en la tabla, a seis del primer puesto de permanencia. "Por eso tenemos esperanzas de salvarnos", señala Fernández, que habla de partidos "un poco raros" en los que se escapó alguna victoria más. "Sabemos que somos bastante limitados, pero seguimos ahí", remacha Menéndez.

Pese a los malos resultados, Borja Menéndez no tiene una mala palabra para sus jugadores: "Hasta ahora se han portado de diez. Los viernes, que entrenamos a las nueve y media de la noche, no falla ni uno". Como las desgracias nunca vienen solas, el entrenador explica que hasta la suerte les ha dado la espalda: "En la pasada temporada todo nos venía de cara. El domingo, en Siero, pudimos empatar en el último minuto, pero fallamos un gol a puerta vacía al ir dos jugadores a rematar y estorbarse. Además, justo en un momento clave tenemos muchas lesiones".

Ya que no hay dinero y apenas victorias, Borja y sus jugadores disfrutan de cada detalle: "Nuestro premio es jugar en campos como el Hermanos Antuña, el Suárez Puerta o Les Caleyes. Todo es muy guapo hasta el minuto cero porque queremos ganar y trabajamos mucho para ello". Menéndez, que trabaja en Arcelor de 8 a 16 horas, tiene ánimos para seguir pase lo que pase: "Aunque la directiva no me exija nada, me frustro. Pero el mundo del banquillo me enganchó".

Mientras, José Ramón Fernández seguirá trabajando por un club que, al margen del de Tercera, tiene catorce equipos. Le gustaría más apoyo del pueblo, pero tiene que conformarse con 250 socios y entradas que la mayoría de las veces no dan ni para pagar al árbitro. Además, ahora lidia con el exilio por la obra para cambiar el césped del campo.