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Este Oviedo tiene orgullo

El Liberbank se sobrepone a todos los contratiempos para ganar al potente Granada gracias a un último cuarto en el que les dejaron en cinco puntos

Oliver Arteaga trata de encestar tras deshacerse de Pardina, ayer, en el polideportivo de Pumarín. MIKI LÓPEZ

Le hacía falta una tarde así al polideportivo de Pumarín. Un partido en el que todos los engranajes encajaran a la perfección para sumar una victoria tan necesaria como complicada a pesar de lo abultado del marcador final. Fue quizás el partido con más público de la temporada y uno de los más vibrantes. Un toma y daca entre dos aspirantes a disputar el play-off de ascenso a la ACB que sacó adelante el Liberbank Oviedo porque aguantó hasta el final con un nivel altísimo en defensa y desarboló en el último cuarto a un Granada incapaz de igualarle en intensidad.

Un duelo con mucho sabor, con dos pívots de carácter y larga trayectoria como Oliver Arteaga, en el Oviedo, y Guille Rubio, en el Granada. Palabras mayores. Todos los ingredientes estaban sobre el parqué para vivir un duelo de altura y los golpes se fueron sucediendo entre uno y otro contendiente. En el primer cuarto ninguno fue capaz de minar la moral del contrario y la igualdad fue casi total (17-18). La salida en el segundo parcial avisó de un detalle a tener en cuenta: Sergio Llorente tenía el día. El base madrileño acabó con la igualdad con tres triples seguidos (26-18 a falta de 8.27 para el descanso). Ahondó en la herida Jakstas (28-18) y llamaron a arrebato los andaluces para evitar que el choque acabara antes de tiempo. Rubio y Josep Pérez se pusieron a ello y a 5 minutos del descanso la igualdad ya había regresado (33-30). Una antideportiva clarísima a Olmos dio aire a los ovetenses y al descanso se fueron 37-34.

El tercer cuarto fue el más discutido en cuanto a la actuación de los colegiados. La acumulación de faltas en el bando local encendió a Pumarín y el enfado le costó una técnica a Javi Rodríguez a 2.33 de acabar el cuarto por sus protestas a la cuarta falta de Jakstas. Y es que Oviedo se vio en un visto y no visto con tres jugadores con cuatro faltas, el lituano, Geks y Van Zegeren. El remate fue una falta en ataque que le señalaron a Oli Arteaga cuando parecía evidente que Olmos estaba agarrándole para evitar que le dieran el balón al canario debajo del aro. A pesar de todo, el choque siguió parejo (54-51) de cara al último parcial, en el que, una vez más, se iba a decidir todo.

Y ahí apareció un Liberbank Oviedo para quitarse el sombrero, un equipo con espíritu y que no estaba dispuesto a sumar su tercera derrota consecutiva y bajarse de la lucha por lo más alto. Inteligente el capitán Víctor Pérez, incansable Arteaga, guerrero Alonso Meana, duro Jakstas, imaginativos y talentosos Llorente y Ahonen, todos pusieron de su parte para que la victoria se quedara en casa.

Pero si hubo una cosa que les dio la victoria y que terminó anulando al Granada fue la defensa. El esfuerzo y la concentración para no conceder ni un milímetro a un equipo que fue incapaz de estar al mismo nivel físico que su contrario. Habían pasado más de 7 minutos y Granada solo había conseguido un punto por un tiro libre de Josep Pérez. El resultado era ya de 70-52 y el partido estaba completamente finiquitado después de que Geks lo cerrara con un triple. Los andaluces tan solo anotarían en ese último parcial cuatro puntos más, otros dos del base valenciano, un tiro libre de Cobos y otro de Pardina.

La exhibición del equipo de Javi Rodríguez acabó a lo grande con cualquier queja por el arbitraje y con cualquier duda tras encadenar dos derrotas consecutivas. El conjunto ovetense volvió a demostrar que tiene talento y fundamentos para luchar por los objetivos más ambiciosos.

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