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Vinicius amaga, el Barça machaca

La efectividad del conjunto azulgrana, guiado por el insaciable Suárez, permite eliminar a un Madrid con más ocasiones pero que falló en la definición

Vinicius, entre Piqué y Busquets. EFE

El Madrid tiene ese aspecto típico de los equipos en plena transición. No ha habido un cambio radical en la plantilla, pero sí en su principal foco. El Madrid de Cristiano que devoraba a los rivales ha dado paso al Madrid de Vinicius que amaga pero no golpea. Que insinúa pero no confirma. Demasiada ventaja para un Barça que luce en los últimos tiempos la versión más práctica que se le recuerda. Parte de la pelota, sí, pero se deja los zarpazos para el área. La colisión entre ambos estilos, Madrid en construcción contra Barça a pleno rendimiento, dio como resultado un abultado 0-3, exagerado en todo caso, que da a los azulgranas su sexta final consecutiva de la Copa del Rey, una competición que dominan como el salón de su casa.

Si algo no se le puede reprochar a los dos equipos es que no tuvieran las cosas claras. Con estilos muy diferentes, pero con la personalidad marcada. El Barça buscó domar la pelota y tratar de acelerar por el carril de Messi. El Madrid, generoso en los esfuerzos defensivos, quiso atacar por la vía rápida, buscando los espacios.

Y las cosas, al menos en la primera parte, parecieron sonreírle al Madrid, más natural en su papel. Vinicius fue desde el primer momento la solución a las contras, aunque todas acabaron en el limbo. La asignatura pendiente en su labor de formación es la definición. A los 18 minutos recortó en la frontal y definió a las nubes. A los 22, no pudo engatillar un despeje fallido de Alba. A los 36, su control le alejó del éxito y su chut rebotó en la defensa. Tampoco pudo Benzema en la continuación con Ter Stegen. Un minuto después, volvió a malograr un remate franco a centro preciso de Reguilón. Vinicus, en todos los frentes. Vinicius, a un paso de la confirmación.

El Barça resistió de forma pasiva el vendaval de aciertos y fallos del brasileño. Sus opciones se limitaron a chispazos. Como una dejada de Luis Suárez que Reguilón desbarató ante Sergi Roberto. O un servicio de Dembelé raso que se paseó por el área sin rematador. Pobre bagaje para un equipo que debe remontar. Pobre bagaje, en todo caso, para el Barça de Messi.

Pero la pólvora estaba intacta. Esperando su oportunidad para lucir. La primera prueba, cuatro minutos después del descanso. Dembelé ganó el espacio, corrió, controló y centró. Suárez, mil recursos en el área, golpeó con el interior a la red. El 0-1 le daba un vuelco al partido. Aunque el Madrid reaccionó con orgullo, dominando al Barça. La opción para el empate, un testarazo de Reguilón, se encontró otra vez con Ter Stegen, sin fisuras. Cinco minutos después, Vinicius volvió a mostrar su abanico: esprint, recortes en el área y definición sin premio. La jugada que le hubiera encumbrado por su plasticidad y valentía, acabó en otro 'uy'. El enésimo.

El Barça respiró aliviado ante los dos latigazos sin premio del Madrid y lanzó su ofensiva. Premio a la paciencia; sabía que, con la eliminatoria a favor, llegarían las oportunidades a la contra. Y ahí, el equipo de Valverde no duda. A los 68 minutos, Dembelé encontró otra rendija, centró y Varane, en su intento por neutralizar a Suárez, se remató a su propia red. Y tres minutos después, el bofetón definitivo: Casemiro pisó a Suárez, penalti, y el uruguayo lanzó con un globito. Sutileza, un guiño a Panenka, para cerrar un partido de mazazos. El que acerca al Barça a otro título.

El otro finalista se decide hoy. El Barça espera rival que conocerá esta noche, en el choque de vuelta entre Valencia y Betis (21.00 horas, retransmitido por Tve1 y Gol), tras el 2-2 de la ida en Sevilla.

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