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Culé Moyáu

El tamaño y la distancia

Puede que el tamaño no importe pero, a pesar de lo que diga Solari, la distancia sí importa. Doce puntos son muchos puntos. Mucha distancia. Y entre ser finalista de Copa y no serlo hay una distancia infinita. Y eso importa. Los doce puntos de distancia entre el Barça y el Madrid en Liga y la infinita distancia entre disputar una final de Copa y no disputarla importan tanto que ya hay un runrún entre los madridistas exigiendo cabezas y proponiendo la vuelta del horrible Mourinho. Creo que no debemos entrar en ese juego. No hablemos de Mourinho, ni de Bale, ni de cómo es posible que un club como el Real Madrid dependa de un chico de dieciocho años, ni de los codazos de Sergio Ramos, ni de Isco, ni de Kroos. Hablemos de Piqué, por ejemplo.

O no. Para variar, dejemos de hablar y veamos de nuevo, con calma, los dos partidos de Piqué en el Bernabéu, a ver si entendemos de una vez que una cosa es el hombre y otra cosa es el artista. Puede que no nos guste el careto de Bob Dylan en los conciertos, puede que la vida privada de Einstein nos rechine, puede que Caravaggio fuera un broncas y puede que algunas actividades de Rimbaud (traficar con armas, por ejemplo) no hayan sido muy poéticas, pero eso no nos impide asistir a un concierto de Dylan o tener como fondo de pantalla del ordenador una fotografía de Einstein sacando la lengua. ¿Las opiniones de Piqué no gustan a muchos futboleros? ¿Algunos consideran que los tuits de Piqué son irritantes, oportunistas, poco elegantes? ¿Fastidia que el segundo apellido de Piqué sea Bernabéu? Vale, pero hasta los madridistas deberían estar contentos de pagar una entrada para ver jugar a Piqué y hasta el futbolero más anticulé podría tener una foto de Piqué enseñando la manita como fondo de pantalla. ¿Tan difícil es separar al Piqué en permanente campaña para ser algún día presidente del Barça del Piqué futbolista? Los dos partidos de Piqué en el estadio que lleva su segundo apellido fueron memorables. Hablemos de eso.

Y hablemos también de las dos maneras con las que el Barça ganó al Madrid. La primera, permitiendo que el Madrid se hiciera la ilusión de que había perdido injustamente y que la distancia (otra vez la distancia) entre Vinicius Jr. y Messi no era tan grande. La segunda, dando la razón a Alfred Hitchcock cuando decía que el autoplagio es estilo. Jugó Arthur y, de repente, volvió el Barça que sufrió Mourinho (otra vez Mourinho). El estilo del Barça es el autoplagio y, también, ganar marcando tres goles que, de momento, desactivaron la campaña para convertir a Vinicius Jr. en un nuevo Pelé. ¡Ah! Y los minutos que jugó Arturo Vidal el sábado sirvieron para recuperar a un futbolista que se hace grande cuando se le necesita... En el fondo, el tamaño también importa. El Barça ganó al Madrid en tamaño y en distancia. La vida sigue. La Liga, no.

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