Al margen de los clásicos, la semana futbolística se consumió con interminables debates sobre las reacciones de Kepa y Bale en los partidos de sus respectivos equipos. El guardameta español del Chelsea se negó a abandonar el campo, cuando su entrenador había ordenado el cambio, y lo pagó con la suplencia en el siguiente compromiso, además de una sustanciosa multa del club. Bale decidió por su cuenta dejar de calentar, al ver que no era el elegido para el primer cambio, y Solari no solo avaló su comportamiento en el campo del Levante -agravado después por el desaire a sus compañeros tras marcar de penalti-, sino que le dio cancha en los dos clásicos frente al Barcelona. Kepa se disculpó inmediatamente y es muy probable que haya aprendido la lección. Bale no reaccionó ni fuera ni dentro del terreno de juego y, seis años después de su llegada, sigue siendo un cuerpo extraño en el Madrid. Kepa tiene toda una carrera por delante. A Bale se le acaba el tiempo en el Bernabéu.