Pablo Pato todavía no se ha podido ver en televisión. Cuando una cadena de ámbito nacional se hizo eco de su historia hace dos días, publicada el pasado 2 de febrero por LA NUEVA ESPAÑA, estaba atendiendo un parto de una de sus muchísimas reses.
Pero el patinador de freestyle de la aldea quirosana de Llanuces que construyó una pista de patinaje en la cuadra en la que trabaja tendrá muchas más oportunidades. Medios de comunicación de todo el mundo le buscan. Incluso "The New York Times" ya ha reproducido su historia.
"Sé que se está formando mucho revuelo, pero tampoco me estoy enterando de mucho. Es época de partos y no estoy demasiado pendiente", indicó el patinador quirosano de 33 años, en plena cuadra.
Es allí donde construyó su propia pista de patinaje. Pablo Pato se aficionó a este deporte hace ocho años. Al vivir en una pequeña aldea de 33 habitantes en la que no hay nada parecido a equipamiento deportivo, hizo de la necesidad virtud. Colocó tablas, imaginó rampas y usó la pala de una vieja excavadora para fabricarse su propia pista de patinaje improvisada.
Pablo Pato, cuya gran estatura y tamaño, le harían ser un patinador con futuro, ha llegado gracias a su esfuerzo a competir en el campeonato nacional de su modalidad deportiva. Con sus ya icónicos patines amarillos, todas las noches, después de agotadoras jornadas de trabajo, se encierra a hacer sus cabriolas, sin más compañía que la animal, puesto que patina en el mismo sitio en el que duermen las vacas. Para un hombre tímido como él, esto está siendo algo nuevo. "Yo salgo de casa sin móvil, así que imagínate cómo es que te llamen de una tele alemana", resumió un asturiano que se ha hecho internacional.
