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Real tsunami de Madrid

Los merengues, en plena espiral autodestructiva que enfrenta a Ramos con Florentino y divide a la afición por el retorno de Mou

Sergio Ramos, capitán del Madrid. E. PRESS

El tsunami que ha provocado en el Real Madrid la eliminación europea ante el Ajax, el tétrico cierre de la fiesta merengue de los mil días, amenaza con llevárselo todo en Concha Espina. A este paso la reconstrucción, para unos, o la refundación, para otros, que necesita el club blanco va a hacerse sobre un solar si los protagonistas de esta tragicomedia siguen amenazando con utilizar el maletín nuclear en plan coronel Kurtz en "Apocalypse Now". "¡Arrojad la bomba, exterminarlos a todos!", escribía en sus delirios el personaje de la película de Coppola interpretado por Marlon Brando.

El penúltimo episodio que ha salido a la luz sobre lo que se está viviendo en la casa blanca demuestra que la descomposición del proyecto marcha a pasos de gigante. Los medios de la capital coinciden en señalar que, tras el hundimiento ante el Ajax, Florentino Pérez, tito Floren, el muñidor de éxitos y fracasos, bajó al vestuario en modo hidra disparando contra todos. Cuentan que Sergio Ramos, ahora conocido como SR4 en los ámbitos de la farándula en los que se mueve y para los que está grabando una serie documental sobre su vida, le plantó cara a tito Floren y que incluso le llegó a pedir la cuenta en plan "me pagas y me voy" cuando el presidente le amenazó con darle boleto después de que el andaluz le echase en cara su torpeza como secretario técnico.

Son cosas que ocurren cuando se es expulsado del reservado que esta plantilla, y también el tito, tenía en exclusiva en el Olimpo después de tres Ligas de Campeones consecutivas, y te devuelven a la planta de la realidad con el resto de los mortales. Es lo que ocurre cuando la borrachera de éxitos es tan prolongada que impide ver al responsable del tinglado que la fiesta empezaba a apagarse hace ya un año y no hizo nada para que la jarana no finalizara a trompazos. Eso, y que hace un tiempo que en la cabeza del tito Floren hay otras preocupaciones, como la de gastarse casi 600 millones de euros en hacer obras en el ático del Bernabéu.

Puede que el presidente realmente sea un visionario y haya tenido una revelación de que la única manera de competir con los equipos-estado sea convertir el estadio en una especie de "Disneyland" madridista que deje buenas rentas todos los años. Puede que, viendo que el final está más cerca que el principio, quiera dejar una obra megalómana que le haga ser recordado miles de años después como si de un faraón del siglo XXI se tratara, y superar en el acervo madridista a su amado-envidiado Santiago Bernabéu. O puede que sea una mezcla de ambas posibilidades aderezada con la incógnita de saber quién será el contratista que levante el millonario mausoleo blanco, cuando, ¡oh, Jerusalén!, se da la coincidencia de que el tito Floren se dedica a eso del cemento y la obra civil.

Pero ahora lo que ocupa es encontrar sustituto a Solari. El técnico argentino ha dejado de ser un parche y el marmolista de cabecera ya tiene lista su lápida deportiva que le hará pasar a la historia de entrenadores devorados por el autodestructivo ADN de la casa blanca, donde el efecto de tres Ligas de Campeones dura menos que el de una aspirina.

El lunes está previsto su funeral de cuerpo presente, y que pase el siguiente. Las apuestas para ocupar su lugar se centran estos días en Mou y Zidane. La vuelta del portugués, todavía en la categoría de quimera, ya está provocando tensiones entre el madridismo de base, entre sus "lovers" y sus "haters". Una sacudida más para el Real tsunami de Madrid, con el que no puede nadie. Ni los de dentro.

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