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"Perder a Enol es injusto, no sabemos cómo superar esto"

Centenares de amigos acompañaron ayer a la familia en el tanatorio

Amigos y vecinos de Enol Megido, en el tanatorio de Moreda. J. R. SILVEIRA

Es difícil encontrar una foto de Enol Megido en la que no sonría. Es imposible encontrar a un amigo que no hable de su sonrisa: "Siempre estaba contento, siempre tenía una broma. Era una de las mejores personas que he conocido", aseguraba uno de sus amigos más cercanos, ayer en el tanatorio. Cientos de personas, desde las tres de la tarde, estuvieron acompañando a la familia en su dolor. El funeral por su eterno descanso será esta tarde, a las cinco y media, en la iglesia de San Salvador de Cabañaquinta. Está previsto que le acompañe una comitiva de moteros de toda Asturias.

"¿Quién no conocía a Enolín?", suspiró una de sus amigas aguantando las lágrimas. El joven era camarero en un grupo de locales de ocio nocturno en Mieres. Tenía planes de futuro y, según explicaron sus amigos, acababa de hacer un examen para alistarse al Ejército: "Era un chaval con muchas inquietudes, tenía toda la vida por delante", afirmaban algunos de sus vecinos más veteranos.

Llenaba su vida en ayudar, en sentirse útil. Uno de los que se acercó ayer al tanatorio fue Felipe Burón, presidente de la Asociación Cultural y Minera Santa Bárbara: "Llevaba con un quad una de las carrozas de la Cabalgata de Mieres, era un chico muy dispuesto y muy formal", afirmó Burón.

Sano y deportista, su pasión por las motos era lo que más recordaban ayer sus amigos. "Nos queda el consuelo de que estaba haciendo algo que le encantaba, seguramente lo que más le gustaba en el mundo". Pero su pérdida es muy difícil de afrontar para ellos, en una pandilla que ronda la veintena: "Es muy difícil, no sabemos cómo superar esto. Todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo vamos a necesitar mucho ánimo porque deja un vacío enorme".

Un agujero imposible de llenar para su familia. Sus padres, Jeromo Megido y Mati Díaz, son muy conocidos y apreciados en el concejo. "Queremos que sepan que estaremos con ellos, que los vamos a acompañar en su pena", aseguraron los jóvenes. También a su hermano, Pablo, sólo cinco años mayor y al que estaba muy unido. Mensajes en el tanatorio y también en las redes sociales, inundadas de lazos negros por los vecinos de Aller: "Gas, y no mires atrás", es el recuerdo de sus amigos.

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