Gianni Infantino siempre fue un hombre echado para adelante. Gracias a ese impulso, en su etapa de presidente de la UEFA convirtió la Liga de Campeones en el torneo más rentable y prestigioso del mundo del fútbol. Ahora, desde su sillón de la FIFA, busca también un golpe de efecto a nivel mundial. La semana pasada en Miami, la ciudad que últimamente aparece en todas las controversias futbolísticas, se sacó de la manga un dos por uno. Aprobó la creación para 2021 de un nuevo Mundial de clubes con 24 equipos, que sustituirá al devaluado "mundialito" que ya no interesa a casi nadie. No parece que el "modelo Infantino" lo vaya a solucionar, aunque llene los bolsillos de los clubes más ricos. Los 15.000 millones de euros del patrocinador de la competición acabarán con todas las reticencias. Pero al final, la diferencia entre el fútbol europeo y el resto es tan grande que el torneo se acabará convirtiendo en una Champions con teloneros. Peor pinta aún tiene la nueva ampliación de equipos para el Mundial de selecciones de Qatar 2022. Si con 32 participantes ya se presagiaba una primera fase anodina, el salto a 48 es un golpe muy serio a la cita que acaparaba la atención de los aficionados cada cuatro años. Esta vez, la apuesta de Infantino corre serio peligro de acabar en fracaso.