El Teslacard Círculo Gijón murió en la orilla ante Morón (74-77). Los gijoneses fueron, de nuevo, a remolque, tras la inoperancia defensiva de la primera mitad. Lo remedió en el último cuarto para soñar con la remontada, pero se quedó a un palmo.

El inicio del duelo fue de ida y vuelta, pero ya se percibía que el Fragata Morón jugaba con una o dos marchas más que el Teslacard Gijón. El equipo de Antonio López dominaba todos los registros y movía la pelota a su antojo, desarbolando por completo la defensa gijonesa. Los andaluces anotaban con cierta facilidad en las penetraciones y, además, si erraban, disponían de varias segundas jugadas. A ello se sumó el acierto de Kedar desde el perímetro. La sangría al descanso llegaba hasta los 53 puntos, por los 38 del equipo local.

La vuelta de los vestuarios, al menos, fue esperanzadora, con un punto de intensidad más en defensa (no era difícil subir el nivel) y con buenas acciones en ataque bajo la inspiración de Kimbroug. Así, los gijoneses bajaban de la barrera psicológica de los diez puntos después de muchos minutos (52-60).

Cuando los gijoneses veían un poco de luz, los andaluces tenían ese punto de suerte de cara que también juega, con canastas sobre la bocina o alguna decisión arbitral a su favor. El Teslacard siempre rema a contracorriente debido a la fragilidad defensiva en alguno de sus jugadores, señalados en el último cuarto. Los que más aportan en esta faceta volvieron a ilusionar y lucharon por la victoria cuando nadie, ni nada, hacían presagiar esta posibilidad. El final fue de infarto. Kimbrough tuvo en sus manos el empate desde el tiro libre tras una antideportiva de Vázquez. Y también Osayande, pero el dúo arbitral pitó falta en ataque. Y Baltus se equivocó al anotar de dos cuando la necesidad pedía un triple. Se escapaba la opción de remontar. Se moría en la orilla.