Cuando más necesitaba su equipo de su figura apareció. Cuando más coreaban sus aficionados su nombre, más se crecía. Iago Aspas firmó un doblete esta tarde para que su equipo, el Celta, sumara una importantísima victoria que le permite seguir luchando por la salvación.

La imagen de la jornada estaba en Balaídos y en las lágrimas de un jugador de cantera, de equipo, un ídolo del Celta y un símbolo del amor a unos colores. El Principe de las Bateas dejó el campo con los ojos rojos, eso sí, después de levantar a su equipo y permitirle soñar con un año más en Primera.

El estadio entero gritó el nombre del delantero internacional que más ha hecho por el club vigués en los últimos años. Una figura necesaria para un equipo que respira aliviado y con Fran Escribá en su banquillo con mucho trabajo por delante.