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Los quince años y un gesto de Piqué

Peybernes cae en la jugada del gol anulado a Ibrahima. MIKI LÓPEZ

Gerard Piqué empezó la semana plantando cara a los gritos antiespañoles en Montilivi y la acabó provocando a los espanyolistas en un plató de televisión, apenas un par de días antes del derbi. A la mayoría le sorprendió más lo ocurrido durante el Cataluña-Venezuela que lo segundo, acostumbrados como nos tiene Piqué a sus excesos en los medios. Pero si nos atenemos a los hechos, no es tan raro. A fin de cuentas, durante quince años el jugador barcelonista defendió la camiseta roja como el mejor y fue decisivo en los títulos logrados entre 2010 y 2012. Lo demás son ganas de enredar y de crispar el ambiente, muchas veces con mentiras como aquella de las mangas de la camiseta recortadas. Que se sepa, para jugar en una selección todavía no se piden pruebas de pureza de sangre. Por eso en la historia de la Roja han inscrito su nombre argentinos (Di Stéfano, Rubén Cano), brasileños (Marcos Senna, Diego Costa) e incluso húngaros (Kubala, Puskas). Los seleccionadores eligen a los jugadores por sus condiciones futbolísticas, no por la intensidad con que escuchan el himno. Por eso, y por gestos como el de Montilivi, como mínimo Piqué se merece un respeto. El regreso de cuento de hadas de Iago Aspas

Fue como un cuento de hadas futbolístico. Pocas veces se da un caso como el que vivió Iago Aspas el sábado en Balaídos. Todo el mundo relacionaba la desastrosa marcha del Celta -que había convertido a un equipo con aspiraciones europeas en un firme candidato al descenso- con la larga ausencia de su delantero internacional. Desde la grada o ante el televisor, Aspas contemplaba impotente cómo su equipo se deslizaba irremediablemente hacia la Segunda División. También anteayer desde el césped, con el 0-2 del primer tiempo frente al Villarreal, el día de su reaparición. Pero, para dar la razón a los que rezaban por su vuelta, Iago Aspas se echó al Celta a la espalda y protagonizó una remontada que el celtismo -tras la fiesta en directo- solo podrá valorar con el tiempo. En todo caso habrá servido para confirmar que, hoy por hoy, no hay delanteros en España como el gallego. No lo pudo demostrar en el Liverpool, ni en el Sevilla, pero en su ambiente, con su gente, el "Príncipe de las Bateas" es imparable. Ahí puede encontrar Luis Enrique al desatascador que necesita la selección.

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